Heráclito de
Éfeso, (ca. 550-c.480
a.C.) MATERIAL EXTRAIDO DEL DICC HERDER
Filósofo griego presocrático. Como
sucede a menudo con los filósofos presocráticos, el conocimiento
que se tiene de este autor es bastante pobre, pues no hay datos
fiables acerca de su biografía, y los datos que hay se mezclan con
la leyenda. Al parecer es seguro que descendía de una familia noble
de Éfeso, probablemente de la de los propios reyes. Renunció a sus
derechos dinásticos en favor de su hermano, y se retiró al templo
de Artemisa Efesia donde depositó su libro, lejos de la mayoría de
los ciudadanos, ya que se manifestaba un gran desprecio por «la
mayoría», a la que oponía «los mejores»(fragmentos 1, 19, 34,
49, 104). Escribió una obra, cuyo título nos es desconocido, aunque
como la mayoría de las obras de los presocráticos es conocida como
B,DÂ NbF,TH, es decir: Sobre la naturaleza. No obstante,
incluso se ha puesto en duda que
llegase a escribir realmente una obra
en el sentido habitual de la palabra, y que lo que posteriormente fue
conocido como tal no fuese más que una recopilación de sus
sentencias. Pero la mayoría de especialistas coinciden en afirmar
que realmente sí escribió tal obra, que, además, tuvo bastante
resonancia y difusión, como lo prueba el hecho de que, al parecer,
Parménides ya la conoció, unos diez años más tarde, a pesar de
vivir en la Magna Grecia, bastante alejada de las costas jónicas
donde estaba Éfeso. A las dificultades del conocimiento de la obra
de Heráclito se añade el estilo críptico y oracular de sus
sentencias, escritas en forma aforística y de contenido ambiguo, que
le valieron el sobrenombre de Heráclito el oscuro. Este mismo
estilo oracular heracliteano, que indica su pensamiento mediante
imágenes y a través de aforismos, reforzaba su desprecio por la
mayoría, incapaz de entenderle porque, según él, son ciegos a lo
más evidente que es, precisamente, el sentido oculto de la
naturaleza: «los ojos y los oídos son malos testigos para los
hombres que tienen una alma bárbara» (frag. 107, ver texto ).
Al parecer, su obra, escrita en prosa,
trataba fundamentalmente de ser la exposición de una doctrina
novedosa, puesto que Heráclito no fue discípulo de nadie (aunque
conocía la filosofía de los milesios y la de Pitágoras, al que
critica y desprecia). El núcleo doctrinal de su pensamiento lo
extrajo de su propio autoconocimiento, investigándose a sí mismo
(frag. 101), siguiendo la sentencia del oráculo: «conócete a tí
mismo». Y dicho núcleo es la doctrina del (logos). De hecho él
se consideraba poseedor de una verdad de la que sus palabras son
solamente transmisión: «no escuchándome a mí, sino al logos,
es sabio confesar que todas las cosas son uno» (frag. 50).
El logos es, a la vez, discurso,
razón y «razón de ser» de las cosas; una verdad única que la
mente puede comprender porque también la mente humana es, en cierto
modo, parte o comunión de este logos que es común a todos, pero que
la mayoría no entiende. El logos es también ordenador
(«están en desacuerdo sobre lo que les es más familiar, sobre este
logos que todo lo gobierna, y lo que encuentran cada día les parece
extraño». frag.72). Pero, simultáneamente, el logos es también
algo que debe ser escuchado, pero no a través de los sentidos, sino
a través del alma (nT<Z, psykhé) que está en contacto con él.
A la vez, el logos también es ley universal del devenir y es
plenamente independiente de quien lo escucha, aunque es común a
todos («por ello es necesario seguir lo que es común, pues lo común
es lo que une. Pero, aunque el logos es común, la mayoría viven
como si cada cual tuviera una inteligencia particular». frag. 2). En
la medida en que es captado por la psykhé, el logos es pensamiento
humano, pero en sí mismo es la ley del universo de la que derivan, o
deberían derivar, todas las leyes humanas.
En la medida en que también es
«razón de ser» del cosmos, se expresa como un principio físico
encarnado por el fuego. El fuego, eternamente fluyente, imposible
de detener o de paralizar, es la forma más pura y elevada de la
materia, y es el vehículo del alma. El fuego expresa también el
cambio continuo y perpetuo, pues el fuego todo lo cambia: «este
mundo, el mismo para todos, ningún dios ni hombre lo hizo. Sino que
ha sido siempre y es y será un fuego siempre vivo, que se enciende
según medidas y se apaga según medidas.» (frag. 30), y «todas las
cosas se cambian por fuego y el fuego por todas las cosas, como las
mercancías por el oro y el oro por las mercancías» (frag. 90).
Las transformaciones efectuadas por el
fuego coinciden con los diversos estados de la naturaleza. Así, el
fuego condensado da lugar al mar, del cual emerge la tierra. De ambos
surgen los vapores que engendran la nubes, la cuales, al incendiarse
retornan cíclicamente al fuego. (De ahí no se sigue que defendiese
la doctrina de la ecpírosis que posteriormente elaborarían los
estoicos fuertemente influenciados por Heráclito). Para él, el
logos también es el alma (psykhé), por ello, para las almas la
muerte es el agua, y para el agua la muerte es la tierra (ver frag.
36).Estas transformaciones ilustran otra de las grandes tesis de
Heráclito: la armonía es producto de la lucha de los contrarios.
Pero para él la armonía no es, como para los pitagóricos (a los
que combate), fruto de una reconciliación, sino que es propiamente
la lucha o la tensión. Si ésta cesase acabaría también el
cosmos.De ahí no se sigue tampoco que Heráclito contraviniera el
principio de no contradicción, como había afirmado Aristóteles,
sino que entiende realmente la armonía como tensión continua,
aunque a veces esta tensión no aparezca de manera manifiesta: «no
comprenden cómo lo que está en lucha consigo mismo puede estar de
acuerdo: unión de [fuerzas] contrarias, como el arco y la lira»
(frag.51, ver también los fragmentos 53, 54, 58, 59, 60, 61, 62,
etc. ). Y, según Heráclito, esta lucha es justicia, pero en un
sentido diferente al que había manifestado Anaximandro, pues para el
milesio la justicia era la igualación de los contrarios en el
(ápeiron), mientras que para el efesio es la lucha misma, que es
«el padre de todas las cosas»(frag. 53). Fruto de la lucha eterna
de los contrarios, regida por la ley universal del logos, es el
perpetuo devenir: todo fluye (,panta rei) nada es estático.
Esta tesis se ilustra generalmente con la afirmación según la cual
no podemos bañarnos en un mismo río , que el heracliteano Cratilo
exageró diciendo que no podemos bañarnos ni tan sólo una vez, pues
cuando penetramos en el río, ni las aguas ni nosotros mismos somos
en cada instante los mismos. El perpetuo devenir ha sido
interpretado como una crítica al pensamiento estático y al
sustancialismo.
Esta tesis del devenir universal, que
debe entenderse en el contexto del problema del continuo suscitado
por el descubrimiento de Pitágoras, a veces se ha utilizado como
contraposición al pensamiento de Parménides, quien recalca la
inmovilidad del ser. Además, parece que Parménides, que conocía la
obra de Heráclito, quiso combatir sus tesis, y Platón opuso el
pensamiento de ambos autores. No obstante, hay más puntos de
conexión entre ambos pensadores de los que aparecen a simple vista:
ambos niegan veracidad a los simples datos sensoriales, y ambos
reivindican una atalaya superior desde la que comprender la
multiplicidad que nos suministra el conocimiento general del común
de los mortales. También Heidegger ha querido subrayar una cierta
proximidad entre el pensamiento eleático y el de Heráclito, pues,
según él, ambos son expresión
de una concepción de la verdad
(alétheia) como desocultación.El pensamiento de Heráclito jugó un
papel decisivo en el estoicismo, que reinterpreta y reelabora sus
tesis, y es especialmente a través de esta escuela que el
heracliteísmo fue conocido durante el período helenístico y
posteriormente. En la época moderna, Hegel lo reivindicó como el
antecedente más antiguo de su concepción dialéctica, como también
lo hizo Marx. Por otra parte, Nietzsche también consideró las tesis
de Heráclito como la más pura manifestación del pensamiento
filosófico antes de la corrupción de la filosofía por parte de
Sócrates y Platón, y como representante de un pensamiento que
declara ficticio el ser .
Material extraìdo de KIRK Y RAVEN
“LOS FILOSOFOS PRESOCRATICOS”:
Los hombres deberían comprender la
coherencia subyacente a las cosas, está expresada en el Logos, la
fórmula o elemento de ordenación de todas ellas.
4 tipos de conexión entre
opuestos existentes:
1- las
mismas cosas producen efectos opuestos sobre clases diferentes de
seres (el barro le agrada al cerdo pero no al hombre)
2-
aspectos distintos de la misma cosa pueden justificar descripciones
opuestas(el cirujano corta pero cura)
3-
cosas buenas y deseables, como la salud y el descanso, solo son
posibles si se reconcoen sus opuestos, la enfermedad o el cansancio
4-
ciertos opuestos enlazados de un modo esencial, porque se suceden
mutuamente sin más(vida- muerte)
- hay que interpretar a los sentidos de un modo inteligente, la sabiduria consiste en entender el modo en que opera el mundo.
Los cambios naturales a través d ella lucha d eopuestos son
regulares, coherentes, es una eterna lucha entre el Ser y el Devenir.
La causa d eeste equilibrio es el logos simbolizado a través del
fuego como la medida de todo.
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