miércoles, 7 de junio de 2017

ESTHER DIAZ POSMODERNIDAD Y VIDA COTIDIANA

Hipótesis a defender: Los sujetos nos vamos constituyendo a partir de las prácticas sociales de nuestro tiempo histórico y de los discursos que circulan dando cuenta de esas prácticas y coadyuvando a constituirlas. Nuestras prácticas – hoy – están dominadas por tecnologías sofisticadas y, en general, recientes. En cambio, nuestros discursos son herencias de prácticas ya perimidas o, al menos, cuestionadas. El choque entre las nuevas tecnologías y los léxicos heredados han producido una fragmentación en los procesos de constitución de los sujetos y, por lo tanto, de identificación de nosotros mismos. Somos sujetos fragmentados o multifrénicos, lo cual no necesariamente provoca una situación alarmante, ya que del caos – sabido es – puede surgir el orden o, mejor dicho, un nuevo orden. En la presente reflexión pretendo señalar algunas perspectivas de nuestra actual conformación como sujetos, es decir, señalar como nos autoidentificamos como sujetos a partir de nuestra vida cotidiana actual. 

Desarrollo del tema: me referiré en primer término a los dos léxicos heredados y hoy fragmentados a los que apelamos para dar cuenta de nosotros mismos: el lenguaje del romanticismo, utilizado comúnmente para dar cuenta de nuestra emotividad; y el lenguaje del modernismo, al que apelamos para determinar nuestra condición de seres racionales. Ambos son productos de la modernidad. Pues el romanticismo es una contracultura moderna (crítica de la modernidad) de fuerte influencia cultural y cotidiana expandida a comienzos del siglo XIX y con ramificaciones hasta la actualidad; mientras que el modernismo responde a una corriente artístico-científica, es decir cultural,  que se afianza en el paso del siglo XIX al XX y sigue marcando todavía su impronta en nuestra autoidentificación como seres organizados racionalmente. Y, en segundo término, me referiré a las principales tecnologías que le han dado su impronta específica a este siglo que declina. Entre estas tecnologías, se pueden diferenciar dos grupos fundamentales: las de bajo y las de alto nivel. Entre las primeras ubico el ferrocarril, el automóvil, los servicios postales públicos, el libro impreso a nivel masivo, la radiofonía, el cine y el teléfono. Y, entre las segundas, el transporte aéreo,  la pantalla de TV y de video y la computadora y toda su ramificación digital.

Condiciones de posibilidad de lo posmoderno. Si se quiere pensar en esta nueva experiencia de la cotidianidad, cabe remitirse, por lo menos a los acontecimientos surgidos a partir de  la Segunda Guerra Mundial. Momento histórico en el que los cambios avasallantes en las prácticas sociales y en la circulación de los discursos han alterado casi todas las maneras cotidianas de relacionarnos con los demás y con mundo. Por lo tanto, se ha alterado la manera de constituir nuestra propia identidad como personas. La identidad personal se conforma a partir de la confrontación entre los “modelos” que provee la realidad y nuestras propias valoraciones y conductas. La ciencia moderna ha pretendido que el mundo se compone a partir de entidades fijas y reconocibles. Otro tanto se supone que debe ocurrir con la constitución de las personas. Ahora bien, mientras para los modernos, en tanto racionalistas, los rasgos personales se manifiestan en el exterior de las personas, para el romanticismo (repito, una contracultura moderna) la “esencia” personal se refugia en un interior oculto a los ojos. “Los esencial es invisible a los ojos”, dice el Principito como respondiendo a un romanticismo del que ya no es contemporáneo.
Un paradigma moderno de creencia en identidades que se exteriorizan y pueden ser mensurable son los estudios de Lombroso y su consumado modernismo inductivista de fin del siglo XIX. Y, en la contrapartida romántica podemos citar el Werther, de Goethe, muriendo de amor, o al Woyseck de Heinrich Heine que en el paroxismo del romanticismo (1832) exclama “Qué misterio es el alma humana, asomarse a ella produce vértigo”.
Pero con anterioridad a estas contradicciones bipolares de la modernidad, existían modelos estables. Cuando los paradigmas identificatorias son fuertemente estables, parecerían que las identificaciones personales casi no presentan inconvenientes. Platón, por ejemplo, establece que cada individuo permanece en el rol que la sociedad ya tiene preestablecido para él; de modo tal que la clase de los carpinteros producirá carpinteros, la de los marinos, marinos, y así sucesivamente. No hay movilidades sociales, todo es más previsible y “ordenado”. Las identificaciones son unívocas y se evitan las indefiniciones, tan temidas por quienes aspiran a ejercer poderes hegemónicos (como sin lugar a dudas pretenden fundamentar las teorías políticas de tipo platónico, por un lado, y de cualquier poder totalizante, por otro). La ventaja de las identificaciones fijas se cifra en lo tranquilizante que resulta que cada quién se avenga a modelos estables. Lo terrible de ese tipo de identificaciones es lo inamovible de la identificación.
Pero la época actual no peca de identificaciones inamovibles, sino más bien, de la modificación casi permanente de los posibles parámetros de identificación. El mundo y la relación entre los sujetos han sufrido cambios profundos en lapsos cada vez más breves. Esto puede verse en todo tipo de relaciones, tales como las familiares, laborales, educativas o de relaciones sociales en general. Y, aunque muchos son los motivos, haré hincapié específicamente en los cambios tecnológicos en tanto y en cuanto afectan de manera radical nuestras formas de ver el mundo y, por ende, de vernos a nosotros mismos. Y como no podemos referenciar ni a nosotros ni al mundo sino a través del lenguaje, destacaré asimismo algunos usos reciclados que hacemos de los lenguajes heredados (específicamente, el romántico y el modernista).
Los cambios tecnológicos a lo largo del siglo han producido una alteración radical en nuestra forma de revelarnos a los demás y han cambiado la experiencia cotidiana de nosotros mismos. Considero que las verdades se construyen socialmente. En función de ello, las nociones de “verdadero” e incluso de “bueno” dependen de los dispositivos de poder que logran imponer socialmente sus propias creencias generando corrientes de opinión y –obviamente – de adhesión. Sin embargo, el cimbronazo social producido, entre otras cosas, por las nuevas tecnologías ha fragmentado o pulverizado los núcleos duros de ideas regulativas y rectoras de nuestras valores y conductas (caída de las ideologías).
Según el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, “ los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje”. Si esto es así, estamos asistiendo a una experiencia inédita: atravesamos por experiencias que todavía no podemos incluir realmente en “nuestro mundo” en tanto no dispones todavía de un léxico propio para referenciarlas. Por ejemplo, hasta hace dos o tres décadas ser “novio”, significaba estar relacionado sentimentalmente con otra persona hasta que llegara el momento crucial del matrimonio y la convivencia. Hoy, la gente convive con alguien a quien llama su “novio (a)”, o se le suele llamar con el mismo término a una relación virtual como la mantenida por teléfono, emisoras de radio,  correo electrónico o chateo.
El lenguaje de la subjetividad es tanto más importante, porque no solo sirve para comprendernos a nosotros mismos, sino que sirve así mismo como sustento simbólico de las relaciones humanas. Pero, como las nuevas tecnologías se desarrollan más rápidamente que los nuevos léxicos que den cuenta de nuestra peculiar relación con ellas, asistimos a una suerte de destiempo o desencuentro entre las nuevas formas de cotidianeidad  surgidas de la eclosión de las tecnologías y el lenguaje desde el que comprendernos con respecto a ellas y a nuestras relaciones humanas.
Durante buena parte del siglo XX  la subjetividad se constituyo con los dos lenguajes que llamo “heredados”: el romántico para la emotividad, el moderno para la racionalidad. Desde el discurso racional, cada uno es responsable de sus propios actos. Esto conlleva la obligatoriedad de los deberes respecto de uno mismo y de los demás. Por otra parte, desde la emotividad, se constituyó una idea del amor por otro, en una relación de pareja, con la idea de una inmoralidad raigal para censurar a quien pretendiera estar vinculado a más de una persona sentimentalmente. Además, la modernidad, en cualquiera de sus dos versiones (romántica o modernista) ha invertido mucho, demasiado quizá, en la singularidad indeclinable de cada individuo. Y hemos terminado creyendo que esto es sustancial y universalmente así. No obstante, existen culturas en las que, de hecho, se dan otras formas de sensibilidad respecto de la persona y de las relaciones. Hasta la sensibilidad es una construcción social, no siempre coherente con las prácticas que la genera o, tal vez, complementaria de algunas de ellas. Respecto de esto, es digno destacarse que el romanticismo y su ensimismamiento en la interioridad es contemporáneo nada menos que de la gran expansión económico industrial de principios del siglo XIX. Aunque, como contrapartida, esa expansión responde al desarrollo de la ciencia moderna, cuyo gran sustento teórico proviene de la Ilustración que es totalmente racionalista y, por lo tanto, antirromántica.

Las nuevas formas de cotidianeidad. La diversidad social desatada por las tecnologías actuales ha permitido nuevas formas de relación y multiplicidad de prácticas sin puntos de valoraciones más o menos claros para adherir o rechazar, desde un punto de vista ético, las condiciones sociales vigentes. Parecería que estamos vertiendo vino nuevo en odres viejos.
Solemos manejar distinto “libretos” según nos comuniquemos personalmente, o por fax, o por teléfono, o por correo electrónico o por chateo, o por videoconferencia, en fin, o con distinto rango de personas. Esto no es sustancialmente nuevo, es la intensidad de los cambios sucesivos de circunstancias – debido a la proliferación de las nuevas maneras de comunicarnos – lo que realmente es inédito. Es como si la “verdad” sobre nosotros mismos, fuera una construcción momentánea. Oscilamos entre la intensidad de los sentimientos (que proviene de nuestro heredado lenguaje romántico) a la concepción del sujeto como máquina racional (que responde a nuestro legado moderno). Se trata de poderosas formas lingüísticas a las que apelamos para defender nuestras propias posiciones (que obviamente también son inestables y cambiantes. Pero a raíz de las prácticas cada más disímiles propias del mundo que nos tocó vivir, hay una fuerza tendencia a la pulverización de las formas de relación tradicionales, así como una resistencia al cambio que pretende volver a ellas.
Pero las nuevas tecnologías colonizan nuestra subjetividad y hacen que el léxico sobre nosotros mismos heredado, repito, del romanticismo y del modernismo, se torne obsoleto. Para evaluar someramente la magnitud del cambio cultural y por lo tanto cotidiano al que asistimos, podemos clasificar las tecnologías surgidas entre fines del siglo XIX y comienzo del XX, agregando luego las que surgieron  (o se expandieron) hacia el fin del milenio. Denominaré a las primeras “Principales tecnologías de bajo nivel”, y a las segundas “Principales tecnologías de alto nivel”. Se pueden considerar de bajo nivel (a la vista del nivel que han alcanzado las que les siguieron) el ferrocarril, el automóvil, los servicios postales público, el libro impreso universalizado, la radiofonía, el cine y el teléfono. Y serían de alto nivel los transportes aéreos, la televisión y la informática.

Consecuencias que se desprenden de las nuevas tecnologías:
-         Multiplicidad espacial, temporal y relacional.
-         Rescate de lo retro, pero con proyección a futuro. Se intensifica el pasado (foto, cine, video, grabadores, moda, almacenamiento de datos).
-         Nos convertimos en terminales de computadores.
-         Multiplicación y obsolescencia de las relaciones
-         Cambia la noción de “niñez”, ya no se es más “un adulto en pequeño”, como en la modernidad, ni “alguien que debe madurar”, como a principio de siglo XX; sino un ser que descubre rápidamente la vulnerabilidad de los adultos y deambula por una multiplicidad de figuras identificatorias (personajes de TV, abuelos, lideres de la música popular, etc.,)
-         Cuando más comprometemos el cuerpo, más lo elidimos: radio-oídos, TV-mirada, PC-manos, pero contactos virtuales, más que reales.
-         El conocimiento, de valor de uso ha pasado ha valor de cambio
-         Relaciones afectivas “de microondas”
-         Solidaridad mediática, no ya regida por un imperativo categórico, sino emotiva.
-         De “aldea global”, estamos pasando  “células globales” (un televiso o una PC en cada habitación de la casa)

Un camino posible: ya que nos constituimos a partir de estas prácticas, plantearnos la posibilidad de hacer una obra de arte con nuestra propia vida. Pero sabiendo que la obra de arte, hoy, no necesariamente es un entidad dada de una vez y para siempre, sino varias multiplicidades ético-estéticas renovables, cambiable, perfectibles…efímeras.  
Esther Díaz

lunes, 5 de junio de 2017

AVANCE PROYECTO SALINAS 2017 4TO AÑO

¡Bienvenid@s! ¡Vamos a Aprender y Crear juntos!
Proyecto de trabajo colaborativo e interdisciplinario
 4to Año
FILOSOFÍA HISTORIA   LITERATURA  QUÍMICA

Creando el Avance

En grupos de hasta 4 integrantes deberán entregar un Avance de su proyecto  (en lo posible fijar la entrega antes de vacaciones de julio y  fuera del periodo normal de pruebas).
El  Avance guiara la investigación creativa. El mismo consistirá en:

Proponer un PERSONAJE (real o de ficción)  a investigar por el alumno/s, y vincularlo a un TEMA PROBLEMA (es decir a una problemática relacionada directamente con el personaje, su situación o valores). Te recomendamos que tanto la elección del personaje como la temática-problema sean pensadas con tiempo y seriedad a los efectos de lograr un proyecto interesante y significativo para ti. Para Ubicar al personaje tomaran como referencia desde el siglo XIX (fines) al tiempo actual.
·         Presentación formal del AVANCE: Extensión  no menor a 5 carillas y límite máximo de 8.
     Realizarlo preferentemente en computadora (tipo arial 12). En caso de una entrega manuscrita NO se aceptará en lápiz. Debe estar encarpetado y foliado (es decir con las paginas numeradas).
·         Además la Carpeta contará con:
1.       Carátula. Al inicio del trabajo crear una carátula que contenga nombre/s de los integrantes, grupo, fecha, personaje y problemática elegida.
2.       Personaje .Crear un texto donde se explique cuál es la justificación de la elección del personaje, así como el porqué de su relevancia.
3.       Una Biografía breve del personaje, junto con alguna reseña sobre lo que se sabe y opina del mismo. 
4.     Investigar y mencionar qué hechos destacados de la ciencia y la historia se estaban dando en el momento de vida o existencia del personaje (contexto científico tecnológico - histórico).
5.       Explicar, dando argumentos que muestren cual es la relación descubierta por el alumno entre el personaje y el tema a investigar.
6.       Plantear posibles preguntas en torno al personaje o el tema que le surjan al alumno/s.
7.       Una bibliografía  o fuentes consultadas y un Índice del contenido.


Etapas de trabajo.
·1° - Creación del avance y presentación.
2° - Tutorías:       Dudas  Apoyo.  Guía en las Actividades complementarias.
·         Búsqueda de información y análisis. Elaboración de Encuestas,  entrevistas. Creación de material de divulgación y/o creativo: power point, folletos, guiones, videos, cuentos, etc.
3° - Entrega de los resultados /conclusiones  finales y  DefensaOral  (Prueba Final)
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LA PREGUNTA POR EL SER. UNA PREGUNTA METAFISICA

TEXTO EXTRAÍDO DEL LIBRO


¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA?”
(DARIO SZTANJNSZRAJBER)

5. La pregunta por el ser


Una de las preguntas claves de la filosofía es la pregunta por el ser. ¿Pero qué es la pregunta por el Ser? ¿Qué significa preguntarnos por elser? Por ejemplo, me pregunto ¿qué es este inodoro?, y nuestra mente rápidamente busca entender qué tipo de artefacto es un inodoro, de qué está hecho,
para qué sirve, cómo fue construido, incluso se puede hacer una historia del inodoro y de sus respectivas formas en tiempos históricos varios. Siempre abordamos la pregunta por el inodoro poniendo el acento en su funcionamiento. En realidad cuando indago qué es un inodoro, lo que busco
es saber cómo funciona este aparato. Pregunto por el ser y respondo por el cómo. Pregunto por el qué y respondo por el cómo. Y no está mal. Una de las formas de responder la pregunta por el ser es a través del funcionamiento de cualquier ente.

Las cosas, las entidades que nos rodean tienen un sentido, «funcionan», sirven para algo, poseen una razón de ser. Son útiles. Así, si yo pregunto qué es la orina, hay todo un saber que responde a partir del entrecruzamiento disciplinar de la biología y la química como mínimo. O si pregunto qué
es una cadena de un inodoro, intervienen otros saberes como la mecánica o la ingeniería. Pero en todos los casos entiendo la pregunta por el ser como una pregunta que busca incluir el sentido de cualquier entidad en una red conceptual que la contenga. Explicar algo no es más que hacerlo parte
de una trama dentro de la cual cobra sentido.

 Inodoro va siempre con baño que va siempre con orina  que va siempre con intimidad que va siempre con la separación entre lo público y lo privado que ¿va
siempre? Por eso, entramar todo concepto es algo importante de no dar por obvio, en especial
cuando nuestra tradición siempre ha apostado a entender el ser como algo cerrado, propio de la cosa,
como una especie de alma o corazón del objeto cuyo objetivo es darle sentido. Quiero decir; poner
en evidencia que todo es parte de una trama es antes que nada desnaturalizar su significado,
relativizarlo. O más que relativizarlo, es desencializarlo, descentrarlo de su obvia conexión esencial
con las cosas, mostrar el carácter de constructo de toda esencia.

¿Qué es una esencia? Algo sin lo cual, la entidad deja de ser lo que es. Así de simple. La
esencia de este inodoro no es su color blanco, ni su material, ni su tamaño, ya que todos estos rasgos
pueden cambiar y el inodoro sigue siendo lo que es. Está claro que la esencia es la clave, el nudo, el
ADN de cualquier objeto y por ello define su ser. La misma palabra «esencia» deriva en latín del
verbo ser. ¿Pero realmente podemos captar el ser de algo como si se tratase de un espíritu interior
que habita en la cosa y le da sentido? ¿Realmente creemos que aquello que define a cualquier cosa es
algo autónomo, autárquico, estable, y que no debe relacionarse con nada ya que sino estaría
dependiendo de otra cosa y por eso perdiendo su propósito? O dicho de otro modo, ¿es posible
pensar algo por fuera de su contexto? ¿Qué sería este baño para un marciano que nunca haya visto o
sabido que existe la orina? Sin hablar de que tal vez nunca haya visto o percibido una línea, un
segundo, una dimensión, una palabra. ¿Son los conceptos con los que nos manejamos nociones
independientes, o se encuentran siempre en relación con otros conceptos? Un dilema que nos arroja
concepciones muy diferentes de la realidad. ¿Qué diría un marciano? El marciano ahondaría la
segunda manera de comprender la pregunta por el ser. ¿Pero cuál es?
Si un marciano apareciera por primera vez en nuestro planeta y cayera justo en este bar, ¿qué
cosas no entendería? Supongamos que la idea de marciano refiere a una otredad radical, esto es, a
alguien que no comparte nada de nuestra concepción de lo real.

 Supongamos que no solo no fuese una criatura material o corporal, sino que además no compartiese nuestra lógica, nuestra racionalidad. Si así fuera, no entendería nada. Pero nada de nada. No solo se sorprendería de ese líquido transparente
con olor a alcohol que estamos todos ingiriendo, sino que no entendería qué es un vaso, y por qué en
su interior hay líquido; pero además qué es un líquido, y por qué lo tomamos, y por qué el líquido
desaparece detrás de nuestras bocas. Pero esto no es todo, sino que está lejos de ser algo: no
comprendería las leyes más básicas de la lógica, de la causalidad, de la secuencia. Lo asombraría no
esta pared o esta sonrisa, sino que haya formas, colores, dimensiones. Lo asombraría todo.
Hay algo en la pregunta por el ser en esta perspectiva. Tiene que ver con la recuperación
originaria de la capacidad de asombro. Claro está que todo radica en el lugar que le damos al ser.
Casi como llegando a la pregunta más temible: ¿qué es el ser? La pregunta tautológica, la pregunta de
todas las preguntas. Si el ser es el principio o el punto de llegada (que para el caso es lo mismo), el
ser se vuelve el fundamento del funcionamiento de las cosas. Se lo piensa así como ser supremo. Se
lo piensa así como aquello que le da ser a todas las cosas. Y sin embargo, si aún concebimos a lo
real como una escalera jerárquica donde cada escalón superior fundamenta y da sentido al escalón
inferior y necesitamos entonces que haya un último escalón definitivo para que el universo todo nos
cierre sin fisuras, entonces el ser se vuelve fundamento último cuya presencia explica por derivación
el funcionamiento de todo lo que hay. El ser se vuelve la clave del orden. Pero si por el contrario,
entendemos al ser como un resto, esto es, como la pregunta que se haría siempre el marciano que
observa todo desde un lugar desacostumbrado y se anima a interpelar lo real: ¿qué es la ginebra?
Pero no quién la hace o de qué está hecha o qué tipo de alimento es o qué efectos genera en nuestro
cuerpo, sino ¿por qué hay ginebra?, ¿qué significa que la ginebra sea, y que sea así y no de otro
modo, y por qué de entre las infinitas combinaciones posibles que se podría haber dado entre los
líquidos, se dio sin embargo una entre millones que dio como resultado a la ginebra que se viene
produciendo hace siglos como una bebida alcohólica más en un mundo donde los hombres toman este
tipo de bebidas y no otras cuando podrían haber tomado otros millones tipos de bebida? O mejor;

¿qué resto queda una vez que dejamos de lado todo lo que hay dicho y explicado sobre la ginebra, de
modo tal que si se nos ocurriese una nueva respuesta también pudiésemos seguir interrogándola con
un nuevo por qué? Un resto que nunca se constituye en algo porque siempre sobra…
La pregunta por el ser o la pregunta del marciano va por otro lado, recorre otra perspectiva
posible o apunta a lo imposible. No se preocupa por lo que de ginebra tiene esta ginebra, sino que se
preocupa por lo que tiene de ser, ya que antes que nada, la ginebra es. O dicho de otro modo; tengo
ante mí una «entidad ginebra». A la filosofía le interesa lo que tiene de «entidad» y no lo que tiene de
«ginebra». La ginebra es algo, lo que sea, no importa. Pero es algo. A la filosofía le interesa por qué
es algo y algo peor, ¿por qué es?
Me están mirando mal. El señor que me hablaba de la inflación le está susurrando a otros algo
sobre mi persona. Me doy cuenta. Pago y salgo. Me persiguen con las miradas. ¿Será así o me siento
perseguido? Pero giro sobre mis espaldas y ya no veo que nadie me esté mirando. Cuando se duda de
todo, se entra en un estado de extrañamiento. ¿Y si mejor vuelvo? Estaba rica la ginebra. 

¿Pero qué  es la ginebra? Y así…

ACTIVIDAD INICIAL CON LOS GRUPOS DE 1ERO DE EMS Y 5TO ARTÍSTICO MARZO 2024

       ACTIVIDAD INICIAL CON LOS GRUPOS DE 1ERO DE EMS Y 5TO ARTÍSTICO    MARZO 2024 En relación a lo acordado en la sala docente previa por...