lunes, 29 de abril de 2013

LA CONDUCTA COMO ELEMENTO DEL SUJETO DE CONOCIMIENTO

MATERIAL EXTRAÍDO DE "LAS CAUSAS DE NUESTRA CONDUCTA" (ALBERTO CHERTOK)


                         La conducta y sus causas

Comenzaremos nuestra explicación con un ejemplo común: el caso de un estudiante que está a punto de rendir un examen oral. Aunque el sujeto de nuestro ejemplo se ha preparado en forma adecuada, se encuentra sumamente tenso,nervioso y asustado: siente palpitaciones, le transpiran las manos y tiene la boca seca. Mientras espera que lo llamen, se imagina que quedará "en blanco" o que dará respuestas absurdas a las preguntas que le formule la mesa. Supone que hará un "papelón" frente a los examinadores y ante sus propios compañeros al tartamudear y mostrarse inseguro.Finalmente, decide retirarse y no presentarse a la prueba.
La mayoría de los observadores estarían de acuerdo en llamar conducta a lo que el sujeto hace y se puede ver: consultar sus apuntes, tamborilear con sus dedos sobre el banco y levantarse de la silla entran dentro de esta definición.
Si el joven hace algún comentario antes de retirarse, podríamos considerar al acto de hablar como conducta verbal. Los fenómenos que estamos analizando comparten algunas características.
En primer lugar, se trata de cambios que ocurren en el organismo, en este caso movimientos observables o audibles por un observador. En segundo lugar, estos actos no ocurren al azar o en cualquier momento sino como respuesta a una situación determinada. De hecho, muchas veces se
emplea el término "respuesta" para referirse a la conducta y "estímulo" para aludir a la situación en que ocurre. En nuestro ejemplo, los actos de consultar los apuntes y retirarse del salón son respuestas a la situación de examen y a las expectativas del estudiante.
Un análisis detenido de las reacciones del sujeto nos revelará otros cambios en su organismo que no son directamente observables. Sus palpitaciones, por ejemplo, pueden ser constatadas tomándole el pulso o empleando un estetoscopio.Por otra parte, sus pensamientos acerca del papel que hará ante los espectadores y la sensación subjetiva de "estar nervioso" sólo son percibidas por él mismo, y no pueden ser observadas directamente por un tercero. Sin embargo, se trata también de cambios o reacciones del sujeto ante ciertas situaciones. Son respuestas a estímulos, y por eso se consideran conductas.
ESTIMULO                                                                    RESPUESTA
Dar un examen                                                         "Voy a hacer un papelón"

Esto no significa que el sujeto siempre vaya a responder con los mismos pensamientos o a reaccionar con temor en una situación de examen. Muchas personas creen que el conductismo percibe a los hombres como "perros de Pavlov",respondiendo como autómatas a los estímulos del ambiente. El mismo estímulo -rendir una prueba- puede suscitar otros pensamientos en la siguiente ocasión. Cuando afirmamos que el miedo y la anticipación del papelón son respuestas, lo único que estamos diciendo es que no ocurren en cualquier momento sino en ciertas situaciones. Para comprender y modificar el comportamiento es más útil estudiarlo en el contexto en que ocurre -estímulo- que considerarlo en forma aislada.
Por otra parte, los pensamientos no ocurren sólo ante sucesos externos como la inminencia de un examen; también pueden ser respuestas a pensamientos anteriores -estímulos internos- como cuando dejamos vagar la imaginación y los recuerdos se encadenan entre sí. Digamos por último que cada respuesta puede ser un estímulo para futuras conductas.
En el ejemplo anterior, la anticipación del "papelón" puede generar una reacción de temor y ésta, a su vez, la decisión de abandonar el salón.
ESTIMULO                                             RESPUESTA
"Voy a hacer un papelón"                             Nerviosismo, temor

De modo que en el lenguaje conductista, el término conducta o comportamiento tiene un significado mucho más amplio que el habitual. No se limita a la acción voluntaria y visible de un ser vivo, sino que incluye además sus pensamientos y fantasías, el funcionamiento de sus órganos y sus reacciones emocionales. La reacción de sorpresa ante un regalo inesperado o la decepción por no recibirlo, la anticipación de un fracaso o el recuerdo de un momento grato, todos ellos se consideran conductas.
Con frecuencia nuestro comportamiento mantiene cierta regularidad o coherencia a lo largo del tiempo. Más que respuestas aisladas, exhibimos patrones habituales de conducta. El estudiante de nuestro ejemplo puede reaccionar con temor e inseguridad cada vez que se presenta a un examen. Tal vez se sienta nervioso siempre que habla en público cuando trata de mantener una conversación con alguien que acaba de conocer. Decimos entonces que ha desarrollado el hábito de reaccionar con temor en aquellas situaciones en las cuales supone que alguien está juzgando su desempeño o su destreza social. Un hábito es un estilo regular de comportamiento, un modo de actuar, pensar o sentir en ciertas situaciones. En los próximos capítulos nos ocuparemos especialmente de los hábitos de pensamiento, y veremos cómo los mismos determinan nuestras reacciones emocionales y nuestras conductas visibles.Desde el momento en que nacemos comenzamos a desarrollar patrones de conducta. Adquirimos hábitos higiénicos tales como lavarnos las manos antes de comer y cepillarnos los dientes después del almuerzo y la cena. Aprendemos a vestirnos y a jugar del modo que corresponde a nuestro sexo, y a pensar en nosotros mismos como varones o como
niñas. Esto se resume a veces afirmando que desarrollamos una "identidad sexual". Adquirimos normas éticas, morales y religiosas, por ejemplo la idea de que robar es malo y de que existe un Dios. Incorporamos temores y afinidades,simpatías y antipatías, preferencias y rechazos. Aprendemos, en suma, a pensar, actuar y sentir de cierto modo. Lo que llamamos personalidad es precisamente el conjunto de hábitos adquiridos a lo largo de la vida.
El proceso de adquisición de hábitos se conoce como aprendizaje y depende de las experiencias que atravesamos desde el nacimiento y a lo largo de la vida. La influencia de nuestros padres, la educación que recibimos y en general la interacción con el medio van modelando nuestra personalidad. Los valores culturales y las normas de la sociedad en que vivimos contribuyen a crear nuestros propios valores. La reacción de otras personas ante nuestra conducta y los éxitos o fracasos que cosechamos determinan que conservemos ciertos hábitos y abandonemos otros.
Desde el punto de vista del sujeto, algunos hábitos son útiles o productivos mientras que otros resultan inconvenientes.
Podemos aprender a enfrentar en forma positiva y optimista nuestros problemas, o desarrollar una baja tolerancia a las frustraciones y deprimirnos ante el menor contratiempo. Aprendemos a relacionarnos con los demás sobre una base de seguridad y confianza, o adquirimos un estilo de comunicación inhibido y temeroso. Nos habituamos a ser tolerantes o desarrollamos una conducta hipercrítica y exigente hacia las otras personas. Aprendemos a pedir ayuda cada vez que enfrentamos una dificultad o a valernos por nosotros mismos y a ser autosuficientes. También podemos desarrollar disfunciones o inhibiciones sexuales más o menos estables.
Nuestra manera de ser también está influida por la herencia, puesto que nacemos con un temperamento básico sobre el cual se edifica nuestra personalidad. Podemos heredar una predisposición a las depresiones, una constitución nerviosa o una tendencia a reaccionar en forma impulsiva. Sin embargo, el aprendizaje juega un papel central en la formación del carácter, y nuestros hábitos se desarrollan después del nacimiento. Herencia y ambiente se complementan, al punto de que la propia capacidad de aprender está condicionada por factores genéticos.
¿Cómo incorporamos nuevos hábitos?En otras palabras, ¿Cómo aprendemos a actuar, a pensar y a sentir de una manera determinada? La psicología conductista concede una gran importancia a esta pregunta. Si descubrimos las leyes del aprendizaje podremos aplicar los mismos principios para modificar nuestra conducta y desarrollar nuevos patrones de pensamiento y acción. Necesitamos saber cómo se adquieren y se mantienen los temores, para aprender a superar miedos irracionales tales como fobia a viajar en ómnibus o en ascensor. Nos interesa saber de qué modo se adquiere un
estilo de reacción depresiva para aumentar nuestra resistencia ante las frustraciones Para responder a estas preguntas, los psicólogos partieron de la premisa de que la conducta no ocurre al azar sino que
esta sujeta a leyes o principios. Empleando el método científico-experimental, los investigadores encontraron muchas de las leyes que explican el desarrollo de la conducta normal y alterada. Este método exige la observación cuidadosa de la conducta y de los sucesos que ocurren antes y después de la misma. Las leyes que se formulan deben ser comprobadas en los hechos, demostrando que pueden predecir con cierto grado de certeza el comportamiento investigado. Uno de los procesos estudiados ha sido la imitación de modelos, estableciendo bajo que condiciones es probable que un sujeto imite la conducta de otra persona, incluyendo sus creencias, ansiedades y temores. La imitación juega un papel importante en la adquisición del lenguaje, de la conducta social y de muchos comportamientos significativos. Otro principio bien conocido es el condicionamiento, que explica de qué manera se adquieren afinidades y rechazos a partir de experiencias agradables o angustiantes. De ese modo hemos comprendido cómo se desarrolla una fobia o una disfunción sexual luego de vivencias traumáticas, dolorosas o humillantes. El reforzamiento,
la extinción y el castigo indican cómo las consecuencias de la conducta permiten consolidar o eliminar hábitos previamente adquiridos.
Un mecanismo de aprendizaje importante se refiere a la influencia de las ideas y creencias sobre la conducta visible y las reacciones emocionales. Este proceso explica el aprendizaje de muchos hábitos inconvenientes y a él nos referiremos en los próximos capítulos. Un concepto básico es que tanto la conducta normal como aquella contraproducente o inconveniente para el sujeto, se adquiere de acuerdo a las mismas leyes. La imitación, el condicionamiento y el reforzamiento pueden dar lugar a comportamientos gratificantes o a conductas neuróticas.
Depende de qué hábitos se refuercen, se condicionen o se imiten. Lo que cambia en cada caso son las circunstancias específicas que se viven, no la forma en que se produce el aprendizaje. Esto explica, además, las diferencias individuales: cada persona desarrolla sus propios estilos de pensamiento y de conducta a partir de las experiencias que atraviesa, aunque los principios básicos del aprendizaje sean similares en todos los casos.

lunes, 1 de abril de 2013

METAFISICA


Metafísica



(del griego :,JV JV NLF46V, metá ta physikà, más allá de los libros de física) En su origen, título dado por Andrónico de Rodas (hacia el año 50 a.C.), el editor del corpus aristotelicum, a un conjunto de libros de Aristóteles cuyo tema le pareció análogo al de los libros de física. Históricamente, pues, la metafísica es el tema de que tratan los libros de Aristóteles puestos por Andrónico después de los físicos. La tradición ha interpretado el hecho de ir después «metá» de la física, en el sentido de un saber que va más allá de la física, o del conocimiento de la naturaleza, en busca de principios y conceptos que puedan explicar el mundo físico.


 El contenido fundamental de estos libros (ver estructura) el mismo Aristóteles lo caracteriza de dos maneras: como «filosofía primera» (ver cita) y como «ciencia del ente» (ver texto ).

Como «filosofía primera», es la ciencia teórica (en oposición a las ciencias prácticas y productivas; ver gráfico) que trata de las sustancias inmutables; como «ciencia del ente», su objeto es el ser, el concepto más fundamental y general que puede pensar el entendimiento humano. Éste es el sentido de metafísica que la identifica con la ontología.



La filosofía escolástica -sobre todo el tomismo- aceptó ambos sentidos, pero en especial el segundo de ellos, sobre el que construyó la cristianización del pensamiento de Aristóteles, fundamento de la justificación racional de la teología.



En la época de Descartes se mantienen las dos expresiones con sentido equivalente, como atestigua la traducción al latín de sus Meditaciones metafísicas como Meditationes de prima filosofia.



La metafísica aristotélico-tomista puede denominarse «la metafísica de la participación», porque se funda en el concepto de participación para hallar una explicación última de la realidad recurriendo a principios que están más allá del mundo de la experiencia. El primero en iniciar explícitamente esta tradición filosófica es Platón, creador, por lo demás del término méthexis (participación). Las cosas participan de la verdadera realidad de las ideas por la mediación del demiurgo que las hace copias e imágenes semejantes a las ideas. Las ideas, a su vez, participan de la idea de Bien o de Uno, porque la totalidad de las ideas se explica por la composición o mezcla entre el principio originario del Uno y el principio de la Díada. La distinción del conjunto de la realidad en un doble plano, el de lo visible y el lo inteligible, según la terminología platónica, equivale al desdoblamiento al que recurre el pensamiento filosófico tradicional -desde Parménides hasta Hegel- para explicar la experiencia inmediata por un principio trascendente, que está más allá de ella. La doble realidad, con sus dos planos de relaciones entre sí, de modo que el trascendente explica el sensible porque en aquél se dan las mismas perfecciones que en éste, pero en su grado perfecto, está tan presente en la filosofía de Platón y Aristóteles, como en las diversas formas de platonismo y de aristotelismo que han seguido en el transcurso de la historia: en Filón, que hace del Dios de la Biblia «el que es» (ver cita), en el neoplatonismo de Plotino y Porfirio y en la tradición cristiana de influencia neoplatónica, representada por Agustín de Hipona y el Pseudo-Dionisio; en el neoplatonismo medieval de Juan Escoto Eriúgena, en las filosofías escolásticas medievales, cristianas o árabes, que admiten el concepto de creación; en el concepto del Ipsum Esse subsistens [el ser subsistente de por sí] de Tomás de Aquino, al que atribuye la identidad de esencia y existencia, identidad que no existe en ningún otro ser por el hecho de estar creado; en todo el concepto fundamental de la filosofía y la teología escolásticas, el de la analogía, en el que se basa la posibilidad de conocer de alguna manera lo que es Dios, no de una forma meramente negativa, suponiendo lo que no es (teología negativa); en el neoplatonismo renacentista, donde los dos planos tienden a confundirse panteísticamente y, por lo menos como trasfondo, en el idealismo alemán, donde los dos mundos se identifican en uno con características de ambos.


Kant plantea por vez primera la cuestión de que la metafísica parece ser una empresa a la vez necesaria e imposible para la razón, y se decide a someter a examen los límites y las posibilidades de la misma en la Crítica de la razón pura (1781,1787). El resultado es la negación de la posibilidad de la metafísica como ciencia y la constitución de una filosofía trascendental que ocupa su lugar como reflexión crítica sobre la capacidad de la razón humana. Los objetos tradicionales de la metafísica, Dios, mundo y yo son, desde el punto de vista del conocimiento, sólo ideas reguladoras del pensamiento, metas inalcanzables que, no obstante, sugieren síntesis y fomentan la capacidad reflexiva; desde el punto de vista de la práctica, supuestos del orden moral, postulados de la razón práctica (ver cita).


Tras la crítica de Kant a la metafísica, ya iniciada sin embargo por Hume con la crítica a ideas tan fundamentales como la causalidad, la sustancia y el yo, es voz común decir que «después de Kant, la metafísica ya no es posible»; en realidad, la tradición de la metafísica aristotélico-tomista sólo se renueva con el neoescolasticismo del s. XIX, mientras que a la construcción metafísica idealista de Hegel se le oponen frontalmente el existencialismo naciente de Kierkegaard, las filosofías de la vida y de la historia, y el marxismo, que lo transmuta en materialismo histórico.


La filosofía de Nietzsche es una descalificación global de toda la tradición filosófica de occidente y, en particular, de la metafísica. Es ésta, para Nietzsche, la negación del sentido del mundo iniciada por Platón, a quien sigue el cristianismo -no más que un platonismo popular- en la misma operación de distinguir entre mundo verdadero y mundo aparente, error de la humanidad que no desaparece hasta llegar el «mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo» (ver texto ).


El positivismo lógico del Círculo de Viena representa una nueva crítica y una nueva descalificación de la metafísica, al considerarla un tipo de discurso carente de sentido, por razón de que los términos que emplea (Dios, ser, nada, absoluto, etc.) no son empíricamente verificables. Rudolf Carnap formula el problema de una forma paradigmática en Superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje (1932), donde sostiene la tesis de que los enunciados de la metafísica aparecen, sometidos a un análisis lógico, como pseudoenunciados basados en «pseudoconceptos», tesis que ejemplifica examinando enunciados tomados de ¿Qué es metafísica?, de Heidegger, y el uso que suele hacerse de la palabra ser, o Dios. En todo caso, a la metafísica le queda la posibilidad de servir para expresar la actitud emotiva ante la vida (ver texto ).


Heidegger es, a la vez, crítico de la metafísica e iniciador de una nueva metafísica. En ¿Qué es metafísica? (1929) y en Introducción a la metafísica (1953), obra, esta última, en que da respuesta al ensayo de R. Carnap citado, sostiene que la pregunta fundamental de la metafísica es ¿por qué hay ente y no más bien nada? Esta pregunta no sólo es la más extensa (porque abarca todo: todo es ser), la más profunda (porque el ser es el fundamento de todo) y la más originaria (o radical, porque «ser» es lo primero que es todo), sino que, además, es incomparable, es la única que pregunta por el mismo porqué de la pregunta («¿por qué el porqué?»). Desmenuzando así la respuesta, pone en evidencia que, por encima de la respuesta, importa reconocer qué se pregunta (por el ser, no por el ente) y percibir que la respuesta sólo puede hallarla un tipo determinado de ente: el hombre (Dasein); la pregunta ¿Qué es metafísica? se convierte en «¿qué pasa con el ser?» (ver texto ), y ésta en ¿qué es el hombre? Por no haberlo entendido, por no haber preguntado por el ser del ente, sino sólo por el ente sin más, que el cristianismo convierte en el ente creado, la tradición metafísica occidental ha sido culpable del olvido del ser.

Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.

MATERIAL SOBRE SENSACIÓN,PERCEPCIÓN,IMAGINACIÓN Y MEMORIA

MATERIAL EXTRAÍDO DEL LIBRO "Introducción a la Filosofía" de Cuellar Y Rovira, 1988










ACTIVIDAD INICIAL CON LOS GRUPOS DE 1ERO DE EMS Y 5TO ARTÍSTICO MARZO 2024

       ACTIVIDAD INICIAL CON LOS GRUPOS DE 1ERO DE EMS Y 5TO ARTÍSTICO    MARZO 2024 En relación a lo acordado en la sala docente previa por...