lunes, 9 de octubre de 2017

CONCLUSIONES DE LOS TRABAJOS DE SEXTO AÑO EL PINAR 2017

Llegamos a la recta final!!!...Es el momento de expresar si han logrado llegar a alguna conclusión y de que forma las actividades prácticas y /o el auxilio de los filósofos han dado sus frutos.

Presentación Formal:

Letra arial 12, interlineado simple
Máximo: 3 carillas
Mínimo: 1 carilla
Citar Bibliografía básica utilizada solo para las conclusiones

Contenido de las Conclusiones

- Definir explícitamente la pregunta que los motivó a hacer el trabajo
-Las conclusiones serán expresadas, teniendo en cuenta lo planteado en el avance, el eventual vínculo con el filósofo
-Podrá quedar una o más preguntas abiertas, pero es necesario tomar un riesgo y elaborar argumentos tentativos desde su experiencia filosófica de estos 3 años
-Para armar estos argumentos, pueden consultar el material de "Estrategias Argumentativas"
- En el caso de haber realizado actividades prácticas(encuestas, entrevistas, talleres etc) adjuntar como Anexo a las conclusiones.

martes, 8 de agosto de 2017

LA FILOSOFÍA DE ORTEGA Y GASSET

CONCEPTOS PRINCIPALES DE ORTEGA Y GASSET

http://www.webdianoia.com/contemporanea/ortega/ortega_fil_racio.htm








ÉTICA PARA AMADOR CAPITULO PRIMERO (LIBRO DE FERNANDO SABATER)

CAPÍTULO PRIMERO
DE QUÉ VA LA ÉTICA


Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para
aprender una destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un puesto
de trabajo y ganarse con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales
estudios podemos prescindir tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos muy
interesantes pero sin los cuales uno se las arregla bastante bien para vivir: yo, por ejemplo,
lamento no tener ni idea de astrofísica ni de ebanistería, que a otros les darán tantas
satisfacciones, aunque tal ignorancia no me ha impedido ir tirando hasta la fecha. Y tú, si no
me equivoco, conoces las reglas del fútbol pero estás bastante pez en béisbol. No tiene
mayor importancia, disfrutas con los mundiales, pasas olímpicamente de la liga americana y
todos tan contentos.
Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como
nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo
mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni fútbol, incluso
sin saber leer ni escribir: se vive peor, si quieres, pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay
que saberlas porque en ello, como suele decirse, nos va la vida. Es preciso estar enterado,
por ejemplo de que saltar desde el balcón de un sexto piso no es cosa buena para la salud;
o de que una dieta de clavos (¡con perdón de los fakires!) y ácido prúsico no permite llegar a
viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada vez que se cruza con el vecino le
atiza un mamporro las consecuencias serán antes o después muy desagradables.
Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que no
dejan vivir.
En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de
que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos ni nos
convienen ciertos comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está , a que no nos
convienen si queremos seguir viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto antes, beber
lejía puede ser muy adecuado o también procurar rodearse del mayor número de enemigos
posible. Pero de momento vamos a suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables
gustos del suicida los dejaremos por ahora de lado. De modo que ciertas cosas nos
convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo «bueno» porque nos sienta bien; otras,
en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos «malo». Saber lo que
nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos
intentamos adquirir —todos sin excepción— por la cuenta que nos trae.
Como he señalado antes, hay cosas buenas y malas para la salud: es necesario saber lo
que debemos comer, o que el fuego a veces calienta y otras quema, así como el agua
puede quitar la sed pero también ahogarnos. Sin embargo, a veces las cosas no son tan
sencillas: ciertas drogas, por ejemplo, aumentan nuestro brío o producen sensaciones
agradables, pero su abuso continuado puede ser nocivo. En unos aspectos son buenas,
pero en otros malas: nos convienen y a la vez no nos convienen. En el terreno de las
relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún mayor frecuencia. La mentira es
algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra —y todos necesitamos
hablar para vivir en sociedad— y enemista a las personas; pero a veces parece que puede
ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un favor a
alguien. Por ejemplo: ¿es mejor decirle al enfermo de cáncer incurable la verdad sobre su
estado o se le debe engañar para que pase sin angustia sus últimas horas? La mentira no
nos conviene, es mala, pero a veces parece resultar buena. Buscar gresca con los demás ya
hemos dicho que es por lo común inconveniente, pero ¿debemos consentir que violen
delante de nosotros a una chica sin intervenir, por aquello de no meternos en líos? Por otra
parte, al que siempre dice la verdad —caiga quien caiga— suele cogerle manía todo el
mundo; y quien interviene en plan Indiana Jones para salvar a la chica agredida es más
probable que se vea con la crisma rota que quien se va silbando a su casa. Lo malo parece
a veces resultar más o menos bueno y lo bueno tiene en ocasiones apariencias de malo.
Vaya jaleo.
Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a qué
debemos hacer. En matemáticas o geografía hay sabios e ignorantes, pero los sabios están
casi siempre de acuerdo en lo fundamental. En lo de vivir, en cambio, las opiniones distan
de ser unánimes. Si uno quiere llevar una vida emocionante, puede dedicarse a los coches
de fórmula uno o al alpinismo; pero si se prefiere una vida segura y tranquila, será mejor
buscar las aventuras en el videoclub de la esquina. Algunos aseguran que lo más noble es
vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás vivan para uno.
Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada mas, mientras que otros
arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o serenidad de ánimo no vale
nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol es un medio seguro
de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales privaciones a
ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga. Etc...
En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de acuerdo
con todos. Pero fíjate que también estas opiniones distintas coinciden en otro punto: a saber,
que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada
cual. Si nuestra vida fuera algo completamente determinado y fatal, remediable todas estas
disquisiciones carecerían del más mínimo sentido. Nadie discute si las piedras deben caer
hacia arriba o hacia abajo: caen hacia abajo y punto. Los castores hacen presas en los
arroyos y las abejas panales de celdillas hexagonales: no hay castores a los que tiente
hacer celdillas de panal, ni abejas que se dediquen a la ingeniería hidráulica. En su medio
natural, cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él,
sin discusiones ni dudas. No hay animales malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizá
la mosca considere mala a la arana que tiende su trampa y se la come. Pero es que la araña
no lo puede remediar...
Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en
África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra.
Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que
protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas
hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se
derrumba por culpa de una riada o de un elefante (a los elefantes les gusta rascarse los
flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las termitas-obrero se
ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza a toda prisa. Y las grandes hormigas
enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e intentan
detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas,
se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las
feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda
celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera
a las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las
demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son
valientes?
Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el
mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a
Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y
que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a
su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un
héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las
termitas-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en
contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas
anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos?
¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?
Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque
tienen que hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor,
en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden
desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas
necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es
distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más
fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por un caradura o
quizá le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que
tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan él,
siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para
ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su
historia con épica emoción. A diferencia de las termitas, decimos que Héctor es libre y por
eso admiramos su valor.
Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. Los animales (y no
digamos ya los minerales o las plantas) no tienen más remedio que ser tal como son y hacer
lo que están programados naturalmente para hacer. No se les puede reprochar que lo hagan
ni aplaudirles por ello porque no saben comportarse de otro modo. Tal disposición
obligatoria les ahorra sin duda muchos quebraderos de cabeza. En cierta medida, desde
luego, los hombres también estamos programados por la naturaleza. Estamos hechos para
beber agua, no lejía, y a pesar de todas nuestras precauciones debemos morir antes o
después. Y de modo menos imperioso pero parecido, nuestro programa cultural es
determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje que le da forma (un
lenguaje que se nos impone desde fuera y que no hemos inventado para nuestro uso
personal) y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento,
leyendas..., en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras.
Todo ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles. Por ejemplo, Héctor, ese del
que acabamos de hablar. Su programación natural hacía que Héctor sintiese necesidad de
protección, cobijo y colaboración, beneficios que mejor o peor encontraba en su ciudad de
Troya. También era muy natural que considerara con afecto a su mujer Andrómaca —que le
proporcionaba compañía placentera— y a su hijito, por el que sentía lazos de apego
biológico. Culturalmente se sentía parte de Troya y compartía con los troyanos la lengua, las
costumbres y las tradiciones. Además, desde pequeño le habían educado para que fuese un
buen guerrero al servicio de su ciudad y se le dijo que la cobardía era algo aborrecible,
indigno de un hombre. Si traicionaba a los suyos, Héctor sabía que se vería despreciado y
que le castigarían de uno u otro modo. De modo que también estaba bastante programado
para actuar como lo hizo, ¿no? Y sin embargo...
Sin embargo, Héctor hubiese podido decir: ¡a la porra con todo! Podría haberse disfrazado
de mujer para escapar por la noche de Troya, o haberse fingido enfermo o loco para no
combatir, o haberse arrodillado ante Aquiles ofreciéndole sus servicios como guía para
invadir Troya por su lado más débil también podría haberse dado a la bebida o haber
inventado una nueva religión que dijese que no hay que luchar contra los enemigos sino
poner la otra mejilla cuando nos abofetean. Me dirás que todos estos comportamientos
hubiesen sido bastante raros, dado quien era Héctor y la educación que había recibido. Pero
tienes que reconocer que no son hipótesis imposibles mientras que un castor que fabrique
panales o una termita desertora no son algo raro sino estrictamente imposible. Con los
hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con los animales o con otros
seres naturales sí. Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres
siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al menos, que no
esté del todo). Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero. Por muy achuchados que nos
veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios.
Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que me refiero. A lo que nos diferencia de las
termitas y de las mareas, de todo lo que se mueve de modo necesario e irremediable. Cierto
que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero también es cierto que no
estamos obligados a querer hacer una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones
respecto a la libertad:
Primera: No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y
en tal país, padecer un cáncer o ser atropellados por un coche, ser guapos o feos, que los
aqueos se empeñen en conquistar nuestra ciudad, etc.) sino libres para responder a lo que
nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos
o resignados, vestirnos a la moda o disfrazarnos de oso de las cavernas, defender Troya o
huir, etc.).
Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente.
No es lo mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia
(que sería conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello,
cuanta más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de
nuestra libertad. Soy libre de querer subir al monte Everest, pero dado mi lamentable estado
físico y mi nula preparación en alpinismo es prácticamente imposible que consiguiera mi
objetivo. En cambio soy libre de leer o no leer, pero como aprendí a leer de pequeñito la
cosa no me resulta demasiado difícil si decido hacerlo. Hay cosas que dependen de mi
voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería
omnipotente), porque en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas
necesidades que no controlo a mi gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en
que vivo, mi libertad se estrellará una y otra vez contra lo necesario. Pero, cosa importante,
no por ello dejaré de ser libre... aunque me escueza.
En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde terremotos o
enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo,
nuestra fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la mayoría tiene mucha más
conciencia de lo que limita su libertad que de la libertad misma. Te dirán: «¿Libertad? ¿Pero
de qué libertad me hablas? ¿Cómo vamos a ser libres, si nos comen el coco desde la
televisión, si los gobernantes nos engañan y nos manipulan si los terroristas nos amenazan,
si las drogas nos esclavizan, y si además me falta dinero para comprarme una moto, que es
lo que yo quisiera?» En cuanto te fijes un poco, verás que los que así hablan parece que se
están quejando pero en realidad se encuentran muy satisfechos de saber que no son libres.
En el fondo piensan: «¡Uf! ¡Menudo peso nos hemos quitado de encima! Como no somos
libres, no podemos tener la culpa de nada de lo que nos ocurra...» Pero yo estoy seguro de
que nadie —nadie— cree de veras que no es libre, nadie acepta sin más que funciona como
un mecanismo inexorable de relojería o como una termita. Uno puede considerar que optar
libremente por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil (entrar en una casa en
llamas para salvar a un niño, por ejemplo, o enfrentarse con firmeza a un tirano) y que es
mejor decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil, es
decir esperar a los bomberos o lamer la bota que le pisa a uno el cuello. Pero dentro de las
tripas algo insiste en decirnos: «Si tú hubieras querido...»
Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le
apliques la prueba del filósofo romano. En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un
amigo que le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más
remedio que hacer lo que hacen. El filósofo cogió su bastón y comenzó a darle estacazos
con toda su fuerza. «¡Para, ya está bien, no me pegues más!», le decía el otro. Y el filósofo,
sin dejar de zurrarle, continuó argumentando: «¿No dices que no soy libre y que lo que hago
no tengo más remedio que hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare:
soy automático.» Hasta que el amigo no reconoció que el filósofo podía libremente dejar de
pegar, el filósofo no suspendió su paliza. La prueba es buena, pero no debes utilizarla más
que en último extremo y siempre con amigos que no sepan artes marciales...
En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos
inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece
bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e
inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a
los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente
fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita
acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética. De ello, si
tienes paciencia, seguiremos hablando en las siguientes páginas de este libro.
Vete leyendo...
«¡Y si ahora, dejando en el suelo el abollonado escudo y el fuerte casco y apoyado la
pica contra el muro, saliera al encuentro del inexorable Aquiles, le dijera que permitía a los
Atridas llevarse a Helena y las riquezas que Alejandro trajo a Ilión en las cóncavas naves,
que esto fue lo que originó la guerra, y le ofreciera repartir a los aqueos la mitad de lo que la
ciudad contiene y más tarde tomara juramento a los troyanos de que, sin ocultar nada,
formasen dos lotes con cuantos bienes existen dentro de esta hermosa ciudad?... Mas ¿por
qué en tales cosas me hace pensar el corazón?» (Homero, Ilíada).
«La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la
conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No. En
su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la
naturaleza humana» (Octavio Paz, La otra voz).
«La vida del hombre no puede "ser vivida" repitiendo los patrones de su especie; es
él mismo —cada uno— quien debe vivir. El hombre es el único animal que puede estar
fastidiado, que puede estar disgustado, que puede sentirse expulsado del paraíso» (Erich
Fromm, Ética y psicoanálisis).

MATERIAL EXTRAÍDO DE "ETICA PARA AMADOR" DE FERNANDO SABATER

lunes, 31 de julio de 2017

SEGUNDO PARCIAL EN CONSTRUCCIÓN 6TOS EL PINAR 2017

Esta es la propuesta a desarrollar en torno al segundo parcial, habrá una instancia previa que será en clase para que realmente sea un proyecto de carácter investigativo e innovador en su experiencia en torno a la asignatura:


FINES DE AGOSTO Y SETIEMBRE

(etapa previa a la entrega del segundo parcial y de la parte práctica que deben realizar)


  • Cada grupo o individualidad deberá preparar un filósofo relacionado con el tema que decidió investigar, y deberá exponerlo en la clase durante no más de 15 minutos, destacando las ideas principales del autor vinculadas con el tema y buscando la forma que más cómoda le parezca.



  • Acompañando a esta clase deberán elaborar una ficha de dicho autor con los conceptos básicos para compartir con los compañeros de clase



SEGUNDO PARCIAL 

Luego de desarrollada la parte práctica que se hayan propuesto, más la experiencia de esta clase, el segundo parcial constará de lo siguiente:

-Exposición en la clase de los resultados y o conclusiones a los que llegaron
- Entregar una carilla o dos donde quede bien expresado dichas conclusiones, demostrando que tiene un vínculo con lo propuesto en el primer parcial.







martes, 18 de julio de 2017

Taoísmo en imágenes


El Tigre y el Dragón. Película

el tigre y el dragon los arboles

https://www.youtube.com/watch?v=CCkZT7NnF9E

EL TAOÍSMO COMO VISIÓN FILOSÓFICA ORIENTAL

Taoísmo clásico o filosófico (VIII-III a.C.)

Corresponde al Periodo de Primavera y Otoño (770-476 a.C.) y al Periodo de los Estados en Guerra (475-221 a.C.). El Dao-De-Jing (o Libro de la Suprema Virtud) constituye el primer texto del taoísmo y es atribuido a Laozi, aunque en su elaboración intervino más de una persona. El mundo natural aparece regido por tres fuerzas: yang o energía positiva (polo masculino, y que incluye el día, la belleza, la salud, la vida…), yin o energía negativa (polo femenino, y que incluye la noche, la fealdad, la enfermedad, la muerte…) y tao (= dao) o Principio Superior que concilia y contiene los principios inferiores yin y yang. Éstos son las dos caras de una misma moneda: se complementan y están siempre ahí, aunque en el mundo fenoménico unas veces se manifieste uno y otras otro. El símbolo taoísta es un círculo formado por dos partes exactamente iguales, una negra y otra blanca que se acoplan entre sí; a ese círculo lo envuelve otro círculo exterior, que representa el tao. La parte negra contiene un punto blanco, y la parte blanca contiene un punto negro, lo que representa que ningún elemento del mundo es totalmente positivo ni negativo. El sabio es un individuo que ha comprendido el funcionamiento natural de las cosas (el tao) y vive en armonía con él. El tao es la fuente de vida, es invisible a la percepción, jamás puede agotarse y todas las cosas dependen de él para existir. El tao es una fuerza impersonal y anónima que rige el funcionamiento del universo, pero no es una divinidad o espíritu que pueda causar perjuicios o beneficios a los humanos. Aquí el wu wei o “no acción” no significa no hacer nada o no interferir (como en Zhuangzi), sino renunciar al uso de la fuerza (un país se gobierna con la tranquilidad, las armas se usan con parquedad, el mundo se conquista con la no-acción… cuantas más leyes y decretos se promulguen, más bandidos y ladrones habrá). El apego a los bienes materiales, los deseos y las emociones deben ser controlados (el que domina a los demás es fuerte, el que se domina a sí mismo poderoso); la mente o razón es asimismo dañina, pues al ser insaciable provoca angustia y desazón (es como querer acallar el eco gritando más que él o querer vencer a la propia sombra corriendo más que ella). La armonía del tao supone una experiencia personal profunda: ninguna explicación y argumentación puede hacer que los demás la comprendan a no ser que ellos mismos previamente la hayan tenido.
Zhuangzi, en su obra Zhuang-zi, y Lie-zi, en el Libro de la perfecta vacuidad, condenan abiertamente las normas sociales y culturales, todas ellas auténticas barreras para la libertad de expresión individual. El orden establecido es corrupto y, por ello, lo mejor es vivir al margen de la sociedad, cuidando el cuerpo y dedicándose a la contemplación y a la meditación. El Zhuang-zi ha influido profundamente en la sensibilidad artística china; aunque es un libro filosófico y no tiene directamente nada que ver con el arte y la literatura, ha inspirado a poetas como Li Bai (Li Bo), artistas y letrados con sus ideas sobre el “autoolvido”, la contemplación serena de la naturaleza y la unión intuitiva con el Tao. Solamente cuando se funde con esta “unidad universal”, el hombre puede alcanzar una paz interior imperturbable. Y para ello es imprescindible relativizar los afectos y los sentimientos, situándolos dentro de la totalidad de la naturaleza; así vencerá al dolor, al miedo, será invulnerable y cabalgará sobre las nubes.
Hay que intentar ser como el gran Todo: silencio, quietud y perfecta indiferencia. Los que actúan en busca de la fortuna y de la gloria, quieren salvar el mundo y se entregan al servicio del estado no son más que tontos ingenuos que desperdician su energía vital. Asimismo, hay que descartar todo pensamiento discursivo, porque el lenguaje, institución social, es uno de los mayores obstáculos en la comunicación con el Uno o el Todo. Todas las distinciones son arbitrarias. Vida y muerte son sólo dos fases alternas de la misma realidad. Toda enseñanza transmitida por medio de la palabra es vanidosa e ilusoria, los escritos de los antiguos son sólo sus heces: es de forma directa, por medio de su influencia insensible y sin pronunciar palabra como el sabio instruye a sus discípulos. La única realidad verdadera es el poder de transformación indefinido, el principio inmanente de la espontaneidad cósmica que es el Tao (Dao); el resto de las “verdades” son fugitivas, relativas y perecederas.

Este taoísmo filosófico ha imbuido profundamente las manifestaciones culturales típicamente chinas: es el latir de fondo de su poesía y de su pintura. Poetas como Li Bai (Li Bo), Du Fu, Wang Wei, Su Dong-Po (Su Shi), Han Yu… todos ellos representantes del mayor momento de esplendor de la poesía china y que, a su vez, ejercerán una decisiva influencia en las generaciones posteriores, manejan constantemente conceptos y estados de ánimo propios de los taoístas. Wang Wei, poeta y pintor paisajista, tiene poemas que pueden ser considerados auténticas pinturas en palabras: Desde hace poco conozco una profunda quietud./ Mi espíritu no se inquieta por nada del mundo./ La brisa que viene del bosque de pinos/ hace volar mi bufanda./ La luna de la montaña brilla sobre el arpa./ ¿Me preguntáis la razón del éxito o del fracaso?/ La canción del pescador se hunde en el río.

Material extraído de:

El Taoismo y las Enseñanzas de Lao Zi _ www.elhistoriador.es.html


lunes, 17 de julio de 2017

AVANCE DEL PROYECTO 6to EL PINAR

NOTA MUY IMPORTANTE:

NO OLVIDAR CITAR TODO EL MATERIAL QUE UTILICEN, YA SEA WEBS, VIDEOS, POSTS, ARTÍCULOS, LIBROS, APUNTES ETC.

Avance del trabajo: (mínimo 5 carillas, máximo 8 carillas) (impreso en letra Arial 12, o en su defecto lapicera azul)
Fecha de entrega: en periodo de pruebas
Carátula : con datos del alumno, fecha, grupo, problemática elegida
Problemática: definición del problema a abordar, fundamentación de su relevancia.
Forma de trabajo: especificar si se pretende realizar una actividad práctica, artística etc. Fundamentar dicha elección
Marco teórico: una primera aproximación al marco a utilizar para abordar el problema teniendo en cuenta la Metafísica o Ética y su vínculo con Derechos Humanos o bioética.
Preguntas o cuestiones que se visibilizan
Conclusiones y o resultados a los que se aspira llegar
Bibliografía utilizada (incluye fuentes de internet, testimonios, etc)
Indice del contenido

miércoles, 7 de junio de 2017

ESTHER DIAZ POSMODERNIDAD Y VIDA COTIDIANA

Hipótesis a defender: Los sujetos nos vamos constituyendo a partir de las prácticas sociales de nuestro tiempo histórico y de los discursos que circulan dando cuenta de esas prácticas y coadyuvando a constituirlas. Nuestras prácticas – hoy – están dominadas por tecnologías sofisticadas y, en general, recientes. En cambio, nuestros discursos son herencias de prácticas ya perimidas o, al menos, cuestionadas. El choque entre las nuevas tecnologías y los léxicos heredados han producido una fragmentación en los procesos de constitución de los sujetos y, por lo tanto, de identificación de nosotros mismos. Somos sujetos fragmentados o multifrénicos, lo cual no necesariamente provoca una situación alarmante, ya que del caos – sabido es – puede surgir el orden o, mejor dicho, un nuevo orden. En la presente reflexión pretendo señalar algunas perspectivas de nuestra actual conformación como sujetos, es decir, señalar como nos autoidentificamos como sujetos a partir de nuestra vida cotidiana actual. 

Desarrollo del tema: me referiré en primer término a los dos léxicos heredados y hoy fragmentados a los que apelamos para dar cuenta de nosotros mismos: el lenguaje del romanticismo, utilizado comúnmente para dar cuenta de nuestra emotividad; y el lenguaje del modernismo, al que apelamos para determinar nuestra condición de seres racionales. Ambos son productos de la modernidad. Pues el romanticismo es una contracultura moderna (crítica de la modernidad) de fuerte influencia cultural y cotidiana expandida a comienzos del siglo XIX y con ramificaciones hasta la actualidad; mientras que el modernismo responde a una corriente artístico-científica, es decir cultural,  que se afianza en el paso del siglo XIX al XX y sigue marcando todavía su impronta en nuestra autoidentificación como seres organizados racionalmente. Y, en segundo término, me referiré a las principales tecnologías que le han dado su impronta específica a este siglo que declina. Entre estas tecnologías, se pueden diferenciar dos grupos fundamentales: las de bajo y las de alto nivel. Entre las primeras ubico el ferrocarril, el automóvil, los servicios postales públicos, el libro impreso a nivel masivo, la radiofonía, el cine y el teléfono. Y, entre las segundas, el transporte aéreo,  la pantalla de TV y de video y la computadora y toda su ramificación digital.

Condiciones de posibilidad de lo posmoderno. Si se quiere pensar en esta nueva experiencia de la cotidianidad, cabe remitirse, por lo menos a los acontecimientos surgidos a partir de  la Segunda Guerra Mundial. Momento histórico en el que los cambios avasallantes en las prácticas sociales y en la circulación de los discursos han alterado casi todas las maneras cotidianas de relacionarnos con los demás y con mundo. Por lo tanto, se ha alterado la manera de constituir nuestra propia identidad como personas. La identidad personal se conforma a partir de la confrontación entre los “modelos” que provee la realidad y nuestras propias valoraciones y conductas. La ciencia moderna ha pretendido que el mundo se compone a partir de entidades fijas y reconocibles. Otro tanto se supone que debe ocurrir con la constitución de las personas. Ahora bien, mientras para los modernos, en tanto racionalistas, los rasgos personales se manifiestan en el exterior de las personas, para el romanticismo (repito, una contracultura moderna) la “esencia” personal se refugia en un interior oculto a los ojos. “Los esencial es invisible a los ojos”, dice el Principito como respondiendo a un romanticismo del que ya no es contemporáneo.
Un paradigma moderno de creencia en identidades que se exteriorizan y pueden ser mensurable son los estudios de Lombroso y su consumado modernismo inductivista de fin del siglo XIX. Y, en la contrapartida romántica podemos citar el Werther, de Goethe, muriendo de amor, o al Woyseck de Heinrich Heine que en el paroxismo del romanticismo (1832) exclama “Qué misterio es el alma humana, asomarse a ella produce vértigo”.
Pero con anterioridad a estas contradicciones bipolares de la modernidad, existían modelos estables. Cuando los paradigmas identificatorias son fuertemente estables, parecerían que las identificaciones personales casi no presentan inconvenientes. Platón, por ejemplo, establece que cada individuo permanece en el rol que la sociedad ya tiene preestablecido para él; de modo tal que la clase de los carpinteros producirá carpinteros, la de los marinos, marinos, y así sucesivamente. No hay movilidades sociales, todo es más previsible y “ordenado”. Las identificaciones son unívocas y se evitan las indefiniciones, tan temidas por quienes aspiran a ejercer poderes hegemónicos (como sin lugar a dudas pretenden fundamentar las teorías políticas de tipo platónico, por un lado, y de cualquier poder totalizante, por otro). La ventaja de las identificaciones fijas se cifra en lo tranquilizante que resulta que cada quién se avenga a modelos estables. Lo terrible de ese tipo de identificaciones es lo inamovible de la identificación.
Pero la época actual no peca de identificaciones inamovibles, sino más bien, de la modificación casi permanente de los posibles parámetros de identificación. El mundo y la relación entre los sujetos han sufrido cambios profundos en lapsos cada vez más breves. Esto puede verse en todo tipo de relaciones, tales como las familiares, laborales, educativas o de relaciones sociales en general. Y, aunque muchos son los motivos, haré hincapié específicamente en los cambios tecnológicos en tanto y en cuanto afectan de manera radical nuestras formas de ver el mundo y, por ende, de vernos a nosotros mismos. Y como no podemos referenciar ni a nosotros ni al mundo sino a través del lenguaje, destacaré asimismo algunos usos reciclados que hacemos de los lenguajes heredados (específicamente, el romántico y el modernista).
Los cambios tecnológicos a lo largo del siglo han producido una alteración radical en nuestra forma de revelarnos a los demás y han cambiado la experiencia cotidiana de nosotros mismos. Considero que las verdades se construyen socialmente. En función de ello, las nociones de “verdadero” e incluso de “bueno” dependen de los dispositivos de poder que logran imponer socialmente sus propias creencias generando corrientes de opinión y –obviamente – de adhesión. Sin embargo, el cimbronazo social producido, entre otras cosas, por las nuevas tecnologías ha fragmentado o pulverizado los núcleos duros de ideas regulativas y rectoras de nuestras valores y conductas (caída de las ideologías).
Según el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, “ los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje”. Si esto es así, estamos asistiendo a una experiencia inédita: atravesamos por experiencias que todavía no podemos incluir realmente en “nuestro mundo” en tanto no dispones todavía de un léxico propio para referenciarlas. Por ejemplo, hasta hace dos o tres décadas ser “novio”, significaba estar relacionado sentimentalmente con otra persona hasta que llegara el momento crucial del matrimonio y la convivencia. Hoy, la gente convive con alguien a quien llama su “novio (a)”, o se le suele llamar con el mismo término a una relación virtual como la mantenida por teléfono, emisoras de radio,  correo electrónico o chateo.
El lenguaje de la subjetividad es tanto más importante, porque no solo sirve para comprendernos a nosotros mismos, sino que sirve así mismo como sustento simbólico de las relaciones humanas. Pero, como las nuevas tecnologías se desarrollan más rápidamente que los nuevos léxicos que den cuenta de nuestra peculiar relación con ellas, asistimos a una suerte de destiempo o desencuentro entre las nuevas formas de cotidianeidad  surgidas de la eclosión de las tecnologías y el lenguaje desde el que comprendernos con respecto a ellas y a nuestras relaciones humanas.
Durante buena parte del siglo XX  la subjetividad se constituyo con los dos lenguajes que llamo “heredados”: el romántico para la emotividad, el moderno para la racionalidad. Desde el discurso racional, cada uno es responsable de sus propios actos. Esto conlleva la obligatoriedad de los deberes respecto de uno mismo y de los demás. Por otra parte, desde la emotividad, se constituyó una idea del amor por otro, en una relación de pareja, con la idea de una inmoralidad raigal para censurar a quien pretendiera estar vinculado a más de una persona sentimentalmente. Además, la modernidad, en cualquiera de sus dos versiones (romántica o modernista) ha invertido mucho, demasiado quizá, en la singularidad indeclinable de cada individuo. Y hemos terminado creyendo que esto es sustancial y universalmente así. No obstante, existen culturas en las que, de hecho, se dan otras formas de sensibilidad respecto de la persona y de las relaciones. Hasta la sensibilidad es una construcción social, no siempre coherente con las prácticas que la genera o, tal vez, complementaria de algunas de ellas. Respecto de esto, es digno destacarse que el romanticismo y su ensimismamiento en la interioridad es contemporáneo nada menos que de la gran expansión económico industrial de principios del siglo XIX. Aunque, como contrapartida, esa expansión responde al desarrollo de la ciencia moderna, cuyo gran sustento teórico proviene de la Ilustración que es totalmente racionalista y, por lo tanto, antirromántica.

Las nuevas formas de cotidianeidad. La diversidad social desatada por las tecnologías actuales ha permitido nuevas formas de relación y multiplicidad de prácticas sin puntos de valoraciones más o menos claros para adherir o rechazar, desde un punto de vista ético, las condiciones sociales vigentes. Parecería que estamos vertiendo vino nuevo en odres viejos.
Solemos manejar distinto “libretos” según nos comuniquemos personalmente, o por fax, o por teléfono, o por correo electrónico o por chateo, o por videoconferencia, en fin, o con distinto rango de personas. Esto no es sustancialmente nuevo, es la intensidad de los cambios sucesivos de circunstancias – debido a la proliferación de las nuevas maneras de comunicarnos – lo que realmente es inédito. Es como si la “verdad” sobre nosotros mismos, fuera una construcción momentánea. Oscilamos entre la intensidad de los sentimientos (que proviene de nuestro heredado lenguaje romántico) a la concepción del sujeto como máquina racional (que responde a nuestro legado moderno). Se trata de poderosas formas lingüísticas a las que apelamos para defender nuestras propias posiciones (que obviamente también son inestables y cambiantes. Pero a raíz de las prácticas cada más disímiles propias del mundo que nos tocó vivir, hay una fuerza tendencia a la pulverización de las formas de relación tradicionales, así como una resistencia al cambio que pretende volver a ellas.
Pero las nuevas tecnologías colonizan nuestra subjetividad y hacen que el léxico sobre nosotros mismos heredado, repito, del romanticismo y del modernismo, se torne obsoleto. Para evaluar someramente la magnitud del cambio cultural y por lo tanto cotidiano al que asistimos, podemos clasificar las tecnologías surgidas entre fines del siglo XIX y comienzo del XX, agregando luego las que surgieron  (o se expandieron) hacia el fin del milenio. Denominaré a las primeras “Principales tecnologías de bajo nivel”, y a las segundas “Principales tecnologías de alto nivel”. Se pueden considerar de bajo nivel (a la vista del nivel que han alcanzado las que les siguieron) el ferrocarril, el automóvil, los servicios postales público, el libro impreso universalizado, la radiofonía, el cine y el teléfono. Y serían de alto nivel los transportes aéreos, la televisión y la informática.

Consecuencias que se desprenden de las nuevas tecnologías:
-         Multiplicidad espacial, temporal y relacional.
-         Rescate de lo retro, pero con proyección a futuro. Se intensifica el pasado (foto, cine, video, grabadores, moda, almacenamiento de datos).
-         Nos convertimos en terminales de computadores.
-         Multiplicación y obsolescencia de las relaciones
-         Cambia la noción de “niñez”, ya no se es más “un adulto en pequeño”, como en la modernidad, ni “alguien que debe madurar”, como a principio de siglo XX; sino un ser que descubre rápidamente la vulnerabilidad de los adultos y deambula por una multiplicidad de figuras identificatorias (personajes de TV, abuelos, lideres de la música popular, etc.,)
-         Cuando más comprometemos el cuerpo, más lo elidimos: radio-oídos, TV-mirada, PC-manos, pero contactos virtuales, más que reales.
-         El conocimiento, de valor de uso ha pasado ha valor de cambio
-         Relaciones afectivas “de microondas”
-         Solidaridad mediática, no ya regida por un imperativo categórico, sino emotiva.
-         De “aldea global”, estamos pasando  “células globales” (un televiso o una PC en cada habitación de la casa)

Un camino posible: ya que nos constituimos a partir de estas prácticas, plantearnos la posibilidad de hacer una obra de arte con nuestra propia vida. Pero sabiendo que la obra de arte, hoy, no necesariamente es un entidad dada de una vez y para siempre, sino varias multiplicidades ético-estéticas renovables, cambiable, perfectibles…efímeras.  
Esther Díaz

lunes, 5 de junio de 2017

AVANCE PROYECTO SALINAS 2017 4TO AÑO

¡Bienvenid@s! ¡Vamos a Aprender y Crear juntos!
Proyecto de trabajo colaborativo e interdisciplinario
 4to Año
FILOSOFÍA HISTORIA   LITERATURA  QUÍMICA

Creando el Avance

En grupos de hasta 4 integrantes deberán entregar un Avance de su proyecto  (en lo posible fijar la entrega antes de vacaciones de julio y  fuera del periodo normal de pruebas).
El  Avance guiara la investigación creativa. El mismo consistirá en:

Proponer un PERSONAJE (real o de ficción)  a investigar por el alumno/s, y vincularlo a un TEMA PROBLEMA (es decir a una problemática relacionada directamente con el personaje, su situación o valores). Te recomendamos que tanto la elección del personaje como la temática-problema sean pensadas con tiempo y seriedad a los efectos de lograr un proyecto interesante y significativo para ti. Para Ubicar al personaje tomaran como referencia desde el siglo XIX (fines) al tiempo actual.
·         Presentación formal del AVANCE: Extensión  no menor a 5 carillas y límite máximo de 8.
     Realizarlo preferentemente en computadora (tipo arial 12). En caso de una entrega manuscrita NO se aceptará en lápiz. Debe estar encarpetado y foliado (es decir con las paginas numeradas).
·         Además la Carpeta contará con:
1.       Carátula. Al inicio del trabajo crear una carátula que contenga nombre/s de los integrantes, grupo, fecha, personaje y problemática elegida.
2.       Personaje .Crear un texto donde se explique cuál es la justificación de la elección del personaje, así como el porqué de su relevancia.
3.       Una Biografía breve del personaje, junto con alguna reseña sobre lo que se sabe y opina del mismo. 
4.     Investigar y mencionar qué hechos destacados de la ciencia y la historia se estaban dando en el momento de vida o existencia del personaje (contexto científico tecnológico - histórico).
5.       Explicar, dando argumentos que muestren cual es la relación descubierta por el alumno entre el personaje y el tema a investigar.
6.       Plantear posibles preguntas en torno al personaje o el tema que le surjan al alumno/s.
7.       Una bibliografía  o fuentes consultadas y un Índice del contenido.


Etapas de trabajo.
·1° - Creación del avance y presentación.
2° - Tutorías:       Dudas  Apoyo.  Guía en las Actividades complementarias.
·         Búsqueda de información y análisis. Elaboración de Encuestas,  entrevistas. Creación de material de divulgación y/o creativo: power point, folletos, guiones, videos, cuentos, etc.
3° - Entrega de los resultados /conclusiones  finales y  DefensaOral  (Prueba Final)
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LA PREGUNTA POR EL SER. UNA PREGUNTA METAFISICA

TEXTO EXTRAÍDO DEL LIBRO


¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA?”
(DARIO SZTANJNSZRAJBER)

5. La pregunta por el ser


Una de las preguntas claves de la filosofía es la pregunta por el ser. ¿Pero qué es la pregunta por el Ser? ¿Qué significa preguntarnos por elser? Por ejemplo, me pregunto ¿qué es este inodoro?, y nuestra mente rápidamente busca entender qué tipo de artefacto es un inodoro, de qué está hecho,
para qué sirve, cómo fue construido, incluso se puede hacer una historia del inodoro y de sus respectivas formas en tiempos históricos varios. Siempre abordamos la pregunta por el inodoro poniendo el acento en su funcionamiento. En realidad cuando indago qué es un inodoro, lo que busco
es saber cómo funciona este aparato. Pregunto por el ser y respondo por el cómo. Pregunto por el qué y respondo por el cómo. Y no está mal. Una de las formas de responder la pregunta por el ser es a través del funcionamiento de cualquier ente.

Las cosas, las entidades que nos rodean tienen un sentido, «funcionan», sirven para algo, poseen una razón de ser. Son útiles. Así, si yo pregunto qué es la orina, hay todo un saber que responde a partir del entrecruzamiento disciplinar de la biología y la química como mínimo. O si pregunto qué
es una cadena de un inodoro, intervienen otros saberes como la mecánica o la ingeniería. Pero en todos los casos entiendo la pregunta por el ser como una pregunta que busca incluir el sentido de cualquier entidad en una red conceptual que la contenga. Explicar algo no es más que hacerlo parte
de una trama dentro de la cual cobra sentido.

 Inodoro va siempre con baño que va siempre con orina  que va siempre con intimidad que va siempre con la separación entre lo público y lo privado que ¿va
siempre? Por eso, entramar todo concepto es algo importante de no dar por obvio, en especial
cuando nuestra tradición siempre ha apostado a entender el ser como algo cerrado, propio de la cosa,
como una especie de alma o corazón del objeto cuyo objetivo es darle sentido. Quiero decir; poner
en evidencia que todo es parte de una trama es antes que nada desnaturalizar su significado,
relativizarlo. O más que relativizarlo, es desencializarlo, descentrarlo de su obvia conexión esencial
con las cosas, mostrar el carácter de constructo de toda esencia.

¿Qué es una esencia? Algo sin lo cual, la entidad deja de ser lo que es. Así de simple. La
esencia de este inodoro no es su color blanco, ni su material, ni su tamaño, ya que todos estos rasgos
pueden cambiar y el inodoro sigue siendo lo que es. Está claro que la esencia es la clave, el nudo, el
ADN de cualquier objeto y por ello define su ser. La misma palabra «esencia» deriva en latín del
verbo ser. ¿Pero realmente podemos captar el ser de algo como si se tratase de un espíritu interior
que habita en la cosa y le da sentido? ¿Realmente creemos que aquello que define a cualquier cosa es
algo autónomo, autárquico, estable, y que no debe relacionarse con nada ya que sino estaría
dependiendo de otra cosa y por eso perdiendo su propósito? O dicho de otro modo, ¿es posible
pensar algo por fuera de su contexto? ¿Qué sería este baño para un marciano que nunca haya visto o
sabido que existe la orina? Sin hablar de que tal vez nunca haya visto o percibido una línea, un
segundo, una dimensión, una palabra. ¿Son los conceptos con los que nos manejamos nociones
independientes, o se encuentran siempre en relación con otros conceptos? Un dilema que nos arroja
concepciones muy diferentes de la realidad. ¿Qué diría un marciano? El marciano ahondaría la
segunda manera de comprender la pregunta por el ser. ¿Pero cuál es?
Si un marciano apareciera por primera vez en nuestro planeta y cayera justo en este bar, ¿qué
cosas no entendería? Supongamos que la idea de marciano refiere a una otredad radical, esto es, a
alguien que no comparte nada de nuestra concepción de lo real.

 Supongamos que no solo no fuese una criatura material o corporal, sino que además no compartiese nuestra lógica, nuestra racionalidad. Si así fuera, no entendería nada. Pero nada de nada. No solo se sorprendería de ese líquido transparente
con olor a alcohol que estamos todos ingiriendo, sino que no entendería qué es un vaso, y por qué en
su interior hay líquido; pero además qué es un líquido, y por qué lo tomamos, y por qué el líquido
desaparece detrás de nuestras bocas. Pero esto no es todo, sino que está lejos de ser algo: no
comprendería las leyes más básicas de la lógica, de la causalidad, de la secuencia. Lo asombraría no
esta pared o esta sonrisa, sino que haya formas, colores, dimensiones. Lo asombraría todo.
Hay algo en la pregunta por el ser en esta perspectiva. Tiene que ver con la recuperación
originaria de la capacidad de asombro. Claro está que todo radica en el lugar que le damos al ser.
Casi como llegando a la pregunta más temible: ¿qué es el ser? La pregunta tautológica, la pregunta de
todas las preguntas. Si el ser es el principio o el punto de llegada (que para el caso es lo mismo), el
ser se vuelve el fundamento del funcionamiento de las cosas. Se lo piensa así como ser supremo. Se
lo piensa así como aquello que le da ser a todas las cosas. Y sin embargo, si aún concebimos a lo
real como una escalera jerárquica donde cada escalón superior fundamenta y da sentido al escalón
inferior y necesitamos entonces que haya un último escalón definitivo para que el universo todo nos
cierre sin fisuras, entonces el ser se vuelve fundamento último cuya presencia explica por derivación
el funcionamiento de todo lo que hay. El ser se vuelve la clave del orden. Pero si por el contrario,
entendemos al ser como un resto, esto es, como la pregunta que se haría siempre el marciano que
observa todo desde un lugar desacostumbrado y se anima a interpelar lo real: ¿qué es la ginebra?
Pero no quién la hace o de qué está hecha o qué tipo de alimento es o qué efectos genera en nuestro
cuerpo, sino ¿por qué hay ginebra?, ¿qué significa que la ginebra sea, y que sea así y no de otro
modo, y por qué de entre las infinitas combinaciones posibles que se podría haber dado entre los
líquidos, se dio sin embargo una entre millones que dio como resultado a la ginebra que se viene
produciendo hace siglos como una bebida alcohólica más en un mundo donde los hombres toman este
tipo de bebidas y no otras cuando podrían haber tomado otros millones tipos de bebida? O mejor;

¿qué resto queda una vez que dejamos de lado todo lo que hay dicho y explicado sobre la ginebra, de
modo tal que si se nos ocurriese una nueva respuesta también pudiésemos seguir interrogándola con
un nuevo por qué? Un resto que nunca se constituye en algo porque siempre sobra…
La pregunta por el ser o la pregunta del marciano va por otro lado, recorre otra perspectiva
posible o apunta a lo imposible. No se preocupa por lo que de ginebra tiene esta ginebra, sino que se
preocupa por lo que tiene de ser, ya que antes que nada, la ginebra es. O dicho de otro modo; tengo
ante mí una «entidad ginebra». A la filosofía le interesa lo que tiene de «entidad» y no lo que tiene de
«ginebra». La ginebra es algo, lo que sea, no importa. Pero es algo. A la filosofía le interesa por qué
es algo y algo peor, ¿por qué es?
Me están mirando mal. El señor que me hablaba de la inflación le está susurrando a otros algo
sobre mi persona. Me doy cuenta. Pago y salgo. Me persiguen con las miradas. ¿Será así o me siento
perseguido? Pero giro sobre mis espaldas y ya no veo que nadie me esté mirando. Cuando se duda de
todo, se entra en un estado de extrañamiento. ¿Y si mejor vuelvo? Estaba rica la ginebra. 

¿Pero qué  es la ginebra? Y así…

ACTIVIDAD INICIAL CON LOS GRUPOS DE 1ERO DE EMS Y 5TO ARTÍSTICO MARZO 2024

       ACTIVIDAD INICIAL CON LOS GRUPOS DE 1ERO DE EMS Y 5TO ARTÍSTICO    MARZO 2024 En relación a lo acordado en la sala docente previa por...