viernes, 20 de junio de 2014

Empédocles SEGÚN DICCIONARIO HERDER

Empédocles (ca. 483) por herder



Filósofo, místico, taumaturgo y médico griego presocrático. Nació en Agrigento, ciudad en la que fue un destacado dirigente de la facción democrática. Después de marchar de su ciudad natal por motivos políticos, Empédocles se estableció en el Peloponeso y recorrió todas las ciudades del Asia Menor como orador y mago, acrecentando su fama de taumaturgo. Según la leyenda, para demostrar su carácter divino e inmortal, se arrojó al cráter del Etna, aunque,
según otros, desapareció durante la celebración de un sacrificio. El aspecto extraordinario de este autor inspiró a Hölderlin una exaltada obra: Empédocles, o de la locura.


Escribió en verso (como Parménides) y se conservan fragmentos de dos obras suyas, que aparentemente parecen contradictorias, ya que en una de ellas (Acerca de la naturaleza) expone una filosofía de corte naturalista, mientras que en la otra(Poema lústrico, o Purificaciones) la orientación es más bien de tipo místico y semejante al orfismo. En base a esto, algunos autores han sostenido que la filosofía de Empédocles debe interpretarse plenamente como una guía de iniciación a los misterios órficos pero, actualmente, tiende nuevamente a sostenerse que debe entenderse su pensamiento como un intento de superar los problemas suscitados por la metafísica de Parménides. De hecho, en Acerca de la naturaleza, intenta reconciliar las doctrinas enfrentadas de los eleatas y las de Heráclito. Empédocles aceptó de los eleatas la tesis de la inmutabilidad del ser y la inexistencia del no-ser. De esta manera, nada puede dejar de ser, puesto que el no-ser no es. No obstante, aceptó de Heráclito la tesis del devenir, del perpetuo fluir y del cambio continuo. Para reconciliar estas dos posiciones, afirmó que todas las cosas del universo están constituidas por cuatro tipos de principios: tierra, agua, aire y fuego, que él denominó raíces de todo e identificó con Zeus, Hera, Edoneo y Nestis. El nacimiento de las cosas no es más que la unión y combinación de estos elementos, mientras que la muerte es su separación. Pero, en todo proceso, las cuatro raíces permanecen inalterables. Así, podía coincidir con Parménides y negar que existiese un auténtico nacimiento (advenimiento al ser) y negar también la muerte (entendida como dejar de ser): sólo existen uniones y separaciones de las raíces eternas. El monismo parmenídeo da lugar, pues, a un pluralismo.


A diferencia del (arkhé) de los milesios -que pensaban que dicho arkhé se convertía en todas las cosas y experimentaba cambios cualitativos-, Empédocles afirmaba que estas raíces permanecían siempre cualitativamente iguales e inmutables, como corresponde a lo que es, según los eleatas. Esta tesis es la que está en la base de la noción de elemento, entendido como algo cualitativamente inmutable e intransformable, que posteriormente desarrolló Aristóteles .Empédocles también preparó el camino a la posterior concepción aristotélica de una causa eficiente, al señalar que aquello que determina que estos principios se unan y se separen son dos fuerzas a las que denomina Amor (Afrodita o philía) y Odio (Neikos), respectivamente. Así, además de entender los principios del (cosmos) desde una perspectiva material que se pregunta por sus constituyentes(causa material, le llama Aristóteles), introduce la necesidad de unas fuerzas o causas (causa eficiente en la terminología aristotélica) que actúen sobre las raíces. El Amor y el Odio actúan mecánicamente: el primero tiende a unir lo que es diferente, mientras que el segundo tiende a separarlo. Si predominase plenamente el Amor, la realidad toda sería como una esfera perfecta (tal como Parménides y Meliso concebían el ser); si, en cambio, predominase completamente el Odio, el cosmos dejaría de ser tal para devenir puro caos. Pero todo está sometido a un proceso, de manera que la evolución del mundo sigue unos ciclos que se repiten eternamente: al principio, por la acción del Amor, todo está unido y compacto formando aquella esfera, sin embargo, poco a poco, va penetrando el Odio y las partículas se van separando, formando las cosas, hasta que todo queda disgregado, momento en que empieza a actuar de nuevo al Amor. El proceso intermedio es el que origina el cosmos que conocemos, en el que se muestra la variedad y la multiplicidad de los distintos seres, que son manifestación de la acción parcial de aquellas dos fuerzas. Además,


Empédocles elaboró una teoría del conocimiento, regida por la máxima de que se conoce lo semejante por lo semejante, y en la que afirma que las cosas exhalan flujos o efluvios por sus poros, que son los que permiten su conocimiento por contacto con los sentidos, que penetran hasta el corazón, al que considera la sede del pensamiento.


Esta explicación mecanicista del mundo (puesto que no persigue ningún fin ni está orientada por nada exterior a la physis misma) contrasta con lo expresado en su otra obra, Las purificaciones, donde afirma, siguiendo la tradición órfico-pitagórica, la existencia del alma que sigue un ciclo de reencarnaciones. Dicha alma es un daimon de origen divino que fue expulsada de la morada de los dioses por un pecado original, pero que, si logra la purificación, podrá volver a su origen divino.
Sin embargo, el contraste entre estas dos obras es más aparente que real, pues en su concepción cíclica, dominada por la alternancia del Amor y del Odio, se va gestando un proceso evolutivo en el que los distintos seres pasan por diversas etapas, lo que encaja con la defensa de la metempsícosis.






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