SOFISTAS MATERIAL 5TO AÑO
BELEN RODRIGUEZ
(del griego F@n4FJZH,
sofistés, sabios, los que poseen el saber o están dotados de
riqueza espiritual) Inicialmente se había aplicado esta denominación
a la mayor parte de los filósofos presocráticos. Pero, en la
historia del pensamiento, después de Sócrates, Platón y
Aristóteles, adquiere su significado aplicado a un amplio grupo de
intelectuales, maestros y filósofos griegos de los siglos V y IV
antes de nuestra era que tuvieron gran influencia y que, más que
formar una escuela, compartían unos rasgos comunes como maestros de
retórica y de cultura general. En la historia de la filosofía, y
debido a la gran influencia de Sócrates, Platón y Aristóteles -que
se opusieron a ellos y les acusaron de ser portadores de un falso
saber-, el movimiento de los sofistas se ha entendido generalmente a
partir de una perspectiva despectiva. No obstante, dicho movimiento
es, por una parte, expresión de una crisis de la filosofía de la
época, que ya había agotado los modelos especulativos de los
presocráticos sobre el cosmos y la physis, y, por otra parte, es
expresión de unas nuevas necesidades educativas que permitieron la
aparición de los primeros maestros de areté (virtud). Así, pues,
aparte de la propia evolución interna de la filosofía presocrática,
que había llegado a un cierto agotamiento de sus especulaciones y
había conducido a una pluralidad de concepciones para explicar una
única naturaleza (pluralidad que desembocaba en el relativismo y el
escepticismo), la causa fundamental de la aparición del movimiento
de los sofistas fue la evolución política de Grecia. De manera muy
esquemática se puede decir que, mientras los filósofos
presocráticos orientaron su pensamiento hacia la especulación
acerca de la naturaleza, los sofistas abrieron el campo de la
filosofía a los problemas antropológicos, es decir, la filosofía
se desplazó de la physis al nomos, del cosmos a la polis. A medida
que se fue reforzando la tradición democrática y que las decisiones
que afectaban a la polis o comunidad se efectuaban colectivamente,
fue adquiriendo cada vez más importancia el arte de hablar bien en
público y de argumentar convincentemente. De ahí la necesidad de
una enseñanza de la técnica retórica, y la conveniencia de
investigar los fundamentos del comportamiento colectivo: la moral y
las costumbres. En este sentido Grote, en su Historia de Grecia, hace
una defensa apasionada de dicho movimiento. Efectivamente, en la
Grecia clásica no existía un modelo bien definido ni regulado de
enseñanza, y la educación tradicional se basaba en el estudio de la
música (poesía, drama y, en general, todo lo vinculado con las
nueve musas) y de la gimnasia (Platón señala en la República que
estas enseñanzas deben ser la base inicial mínima, a partir de las
cuales debe enseñarse la matemática y la dialéctica en la
educación de los gobernantes). Pero las nuevas necesidades sociales
surgidas en el siglo V a.C., especialmente como consecuencia del
desarrollo de la democracia ateniense (y de la consiguiente necesidad
de hablar bien en público), provocaron la aparición de un nuevo
movimiento pedagógico que fue cubierto inicialmente por los
sofistas. Posteriormente, la aparición de centros de enseñanza
estables, como los de Isócrates, la Academia platónica o el Liceo
aristotélico, acabaron con el movimiento de los sofistas. De hecho
sería un error pensar que los sofistas fundaran alguna especie de
escuela filosófica, ya que la mayoría de ellos, aunque hay notables
excepciones, no estaban especialmente interesados por cuestiones
filosóficas, sino que su ocupación fundamental era la enseñanza de
la retórica y la preparación para el éxito social. Dentro de este
movimiento deben distinguirse aquellos autores que realmente han
hecho interesantes aportaciones a la historia del pensamiento, de
aquellos otros que solamente eran maestros de retórica, es decir, de
aquellos individuos que, junto a su capacidad de elocuencia, unían
la habilidad política y eran profesionales del discurso y maestros
que enseñaban estas artes o ejercían la defensa en los juicios a
cambio de una remuneración -incluso utilizando para ello todos los
recursos de la retórica y argumentos falaces aunque con apariencia
de estar bien construidos. Debido a que muchos de estos sofistas se
preocupaban más de conseguir un triunfo dialéctico y de orientar
más sus enseñanzas hacia el éxito que hacia la consecución de una
verdad (que, dado su escepticismo y relativismo, consideraban
inalcanzable), y debido a la mencionada opinión de Sócrates, Platón
y Aristóteles, en la historia de la filosofía, el término sofista
adquirió progresivamente una connotación peyorativa, y el término
sofisma acabó siendo sinónimo de argumento falaz y engañador.
Cronológicamente, tomando como punto de referencia la guerra del
Peloponeso, los principales sofistas se dividen en dos grandes
grupos:
A) Los anteriores a la
guerra: Protágoras GorgiasPródicoHipias B)
Los posteriores a la guerra: Trasímaco
Calicles AntifonteCritias De estos dos grupos, el primero es el más
innovador e importante: dirigen su investigación hacia las bases de
la legitimidad de las leyes, y buscan los fundamentos racionales de
la sociedad y de los valores sociales y morales. Con ello se
enfrentan a lo generalmente aceptado por la tradición y crean nuevas
vías de investigación. Los segundos, en cambio, tendieron más a
los razonamientos sofísticos o sofismas, ya que sus intereses
estaban más cercanos a la consecución de un triunfo meramente
dialéctico sobre sus adversarios que a la consecución de la verdad.
Además de estos autores, proliferaron muchos otros maestros de
retórica sin ninguna clase de intereses filosóficos. No obstante, a
pesar de las mencionadas diferencias, y a pesar de que los diferentes
sofistas no forman una única escuela, en general comparten varios
rasgos teóricos:
1º Un cierto
escepticismo tanto religioso (que les conduce al agnosticismo o, en
algunos, al ateísmo) como filosófico y gnoseológico.
2º La defensa de un
relativismo cultural que pone en duda la existencia de patrones
absolutos de conducta y, en algunos casos, se cuestionan la moralidad
de la esclavitud.
3º Un relativismo y
convencionalismo moral: a diferencia de los fenómenos de la physis,
la moral es fruto de una mera convención. A partir de esta oposición
entre naturaleza y convención social, algunos de los sofistas
afirman que la única ley propiamente natural es la ley del más
fuerte.
4º Un relativismo y
convencionalismo político: los fundamentos de la polis y de la vida
social no son naturales, sino convencionales, surgidos de un contrato
social.
5º Un relativismo
gnoseológico: reducción del conocimiento a la opinión. Ello les
induce a adoptar en muchos casos una actitud antidogmática y a
rechazar la distinción entre esencia y apariencia: el único mundo
real es el fenoménico.
6º Su principal ocupación
es la enseñanza, que efectúan a cambio de una remuneración, ya que
consideran que esta tarea es propiamente un trabajo y no sólo una
obligación moral (como concebía Sócrates su enseñanza). A pesar
de las opiniones negativas que ha suscitado este movimiento, en
general fue un movimiento fecundo que afrontó el pensamiento de la
realidad específicamente humana. También en este sentido se ha
considerado el movimiento de los sofistas como la expresión de una
primera etapa de Ilustración, razón por la cual se los ha
comparado, a veces, con los enciclopedistas franceses del siglo
XVIII. En la época moderna Nietzsche salió en defensa de los
sofistas, a los que considera todavía como auténticos filósofos,
antes de que se impusiera la traición representada, según él, por
Sócrates y el platonismo (ver texto ).
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