CIENCIA Y TECNOLOGÍA: ¿LIBERACIÓN U OPRESIÓN?
Responsabilidad social
Hay algo que acaso por obvio, no suele ser indicado, esto es, que la ciencia y la tecnología
no existen independientemente de la sociedad en que se han engendrado. Con el mismo
énfasis con que debe expresarse que la ciencia y la tecnología no son intrínsecamente
buenas, debe decirse que es ingenuo creer que ambas poseen cualidades intrínsecamente
malas. Lo que sí importa, en todo caso, es la consideración de las relaciones entre la
ciencia y la sociedad en la que se halla inserta. Sólo de este modo, nos parece, podrán
comprenderse sus “funciones sociales”.
Hay quienes consideran que una cosa es la ciencia y otra –muy distinta- la aplicación que
se le da. Así las teorías únicamente pueden ser “correctas” o “incorrectas”, jamás “buenas”
o “malas”... Desde esta perspectiva, no es responsabilidad del científico si otros deciden
emplear sus trabajos para fines indeseables, inclusive destructivos... Ernesto Chain, Premio
Novel, afirma por ejemplo, que “la ciencia, en tanto se limita al estudio de las leyes de la
Naturaleza, no tiene carácter ético o moral”. Sin embargo, la bomba atómica y las
explosiones de Hiroshima y Nagasaki contribuyeron a cambiar más que ninguna otra cosa
esa concepción “neutralista” de la ciencia. La horrenda devastación de Hiroshima y
Nagasaki fue causa de que muchas personas pusieran en tela de juicio esa neutralidad y
hasta el dogma de que la ciencia siempre sería beneficiosa para la humanidad. Fue ésta la
razón de más peso para que se formara en Gran Bretaña y en Estados Unidos un
movimiento a favor de la “responsabilidad social de la ciencia”.
No obstante, podemos inferir la idea de que, en verdad, todo había sido consecuencia de
que la ignorancia perduraba. Todo lo que había ocurrido se reiteraba, había sido el resultado
de una mala aplicación de la ciencia. La función del científico, socialmente responsable, era
alertar sobre los peligros del “mal uso de la ciencia”. Debe admitirse que significaba un paso
adelante respecto de la anterior indiferencia poco menos que absoluta. Pero, ¿era ésta una
auténtica solución? Lamentablemente no. Estos científicos, inspirados en una visión
optimista de la sociedad y de sus gobernantes, creyeron –y creen- que tales avisos
impedirían nuevos desastres. Pero...¿es realmente ignorancia y accidente lo que ha
conducido a los horrores del mundo moderno? ¿Puede hablarse de accidente e ignorancia
con seriedad?
El error, desde nuestro punto de vista, radica en que esos científicos –que actúan de buena
fe- no aprecian que la actividad científica y tecnológica, en una sociedad industrializada, es
una expresión de las relaciones políticas, económicas y sociales de esa sociedad. No
importa si se trata de una sociedad capitalista “tradicional” o de una sociedad capitalista
“estatal”.
Ciencia y poder
La ciencia y la tecnología dependen de los recursos, entre otras cosas, que se les destina.
Hoy son actividades caras. Por consiguiente, los grupos que pueden financiarlas son
aquellos que ejercen un cierto dominio dentro de la comunidad. Obviamente, dirigen esas
actividades científicas de tal modo de alcanzar los objetivos que los favorezcan. Se deriva,
pues, que tanto la ciencia como la tecnología se han ido convirtiendo en un instrumento de
las clases gobernantes y son utilizadas para oprimir a gran parte de la humanidad (en
especial al Tercer Mundo), en vez de colaborar con su liberación. ¿Pobre Bacon!
Los abusos de la ciencia y la tecnología no son ni han sido accidentales o fruto de la
ignorancia. Nada de eso. Son – y han sido- una consecuencia directa del carácter de esa
ciencia conducida por un sector social. Como ejemplo, reparemos en que las verdaderas
necesidades sociales (que no son las generadas por los diversos factores de poder)
quedan, a menudo, insatisfechas porque ofrecen pocas oportunidades de lucro. En Gran
Bretaña no existe un sistema de alarmas que comunique a las personas ancianas con los
servicios de seguridad social. ¿Por qué? Aunque sería fácil de implementar, no se hace
porque los ancianos y los minusválidos no están dentro del circuito del consumo. Son
pobres en general y no podrían pagar esos dispositivos. Si, en cambio, se hacen
investigaciones con el fin de resolver el problema de la hipertensión, enfermedad que
aqueja, prioritariamente, a ejecutivos de empresas, casi siempre “stressados”.
Este tipo de “relaciones” entre la ciencia y el poder, puede trasladarse al plano de las
relaciones internacionales. Las corporaciones industriales no establecen operaciones en
países extranjeros por interés humanitario. En las naciones “huéspedes” son sus intereses
los que predominan. En este sentido, la tecnología es un producto que las clases
capitalistas de los países ricos venden a las naciones pobres. Éstas, muchas veces,
“compran” una tecnología que no les es útil, debido a que las condiciones en que se
encuentran esos países son muy diferentes a las de los países desarrollados.
* Extracto de un artículo de Dorothy Griffiths, miembro de la Sociedad Británica para
la Responsabilidad Social de la Ciencia.
Actividad:
-¿Por qué se formula la disyuntiva “¿Liberación u opresión?”, en lo que a la ciencia y
la tecnología se refiere. ¿Concuerdas con dicha perspectiva? ¿Por qué?
-Elabora una serie de pautas referidas a la responsabilidad social del ser humano de
ciencia.
-¿De qué modo crees que puede resolverse el conflicto que implica el vertiginoso
avance de la ciencia y la tecnología?