MATERIAL EXTRAÍDO DE "LAS CAUSAS DE NUESTRA CONDUCTA" (ALBERTO CHERTOK)
La conducta y sus causas
Comenzaremos nuestra explicación con un ejemplo común: el caso de un estudiante que está a punto de rendir un examen oral. Aunque el sujeto de nuestro ejemplo se ha preparado en forma adecuada, se encuentra sumamente tenso,nervioso y asustado: siente palpitaciones, le transpiran las manos y tiene la boca seca. Mientras espera que lo llamen, se imagina que quedará "en blanco" o que dará respuestas absurdas a las preguntas que le formule la mesa. Supone que hará un "papelón" frente a los examinadores y ante sus propios compañeros al tartamudear y mostrarse inseguro.Finalmente, decide retirarse y no presentarse a la prueba.
La mayoría de los observadores estarían de acuerdo en llamar conducta a lo que el sujeto hace y se puede ver: consultar sus apuntes, tamborilear con sus dedos sobre el banco y levantarse de la silla entran dentro de esta definición.
Si el joven hace algún comentario antes de retirarse, podríamos considerar al acto de hablar como conducta verbal. Los fenómenos que estamos analizando comparten algunas características.
En primer lugar, se trata de cambios que ocurren en el organismo, en este caso movimientos observables o audibles por un observador. En segundo lugar, estos actos no ocurren al azar o en cualquier momento sino como respuesta a una situación determinada. De hecho, muchas veces se
emplea el término "respuesta" para referirse a la conducta y "estímulo" para aludir a la situación en que ocurre. En nuestro ejemplo, los actos de consultar los apuntes y retirarse del salón son respuestas a la situación de examen y a las expectativas del estudiante.
Un análisis detenido de las reacciones del sujeto nos revelará otros cambios en su organismo que no son directamente observables. Sus palpitaciones, por ejemplo, pueden ser constatadas tomándole el pulso o empleando un estetoscopio.Por otra parte, sus pensamientos acerca del papel que hará ante los espectadores y la sensación subjetiva de "estar nervioso" sólo son percibidas por él mismo, y no pueden ser observadas directamente por un tercero. Sin embargo, se trata también de cambios o reacciones del sujeto ante ciertas situaciones. Son respuestas a estímulos, y por eso se consideran conductas.
ESTIMULO RESPUESTA
Dar un examen "Voy a hacer un papelón"
Esto no significa que el sujeto siempre vaya a responder con los mismos pensamientos o a reaccionar con temor en una situación de examen. Muchas personas creen que el conductismo percibe a los hombres como "perros de Pavlov",respondiendo como autómatas a los estímulos del ambiente. El mismo estímulo -rendir una prueba- puede suscitar otros pensamientos en la siguiente ocasión. Cuando afirmamos que el miedo y la anticipación del papelón son respuestas, lo único que estamos diciendo es que no ocurren en cualquier momento sino en ciertas situaciones. Para comprender y modificar el comportamiento es más útil estudiarlo en el contexto en que ocurre -estímulo- que considerarlo en forma aislada.
Por otra parte, los pensamientos no ocurren sólo ante sucesos externos como la inminencia de un examen; también pueden ser respuestas a pensamientos anteriores -estímulos internos- como cuando dejamos vagar la imaginación y los recuerdos se encadenan entre sí. Digamos por último que cada respuesta puede ser un estímulo para futuras conductas.
En el ejemplo anterior, la anticipación del "papelón" puede generar una reacción de temor y ésta, a su vez, la decisión de abandonar el salón.
ESTIMULO RESPUESTA
"Voy a hacer un papelón" Nerviosismo, temor
De modo que en el lenguaje conductista, el término conducta o comportamiento tiene un significado mucho más amplio que el habitual. No se limita a la acción voluntaria y visible de un ser vivo, sino que incluye además sus pensamientos y fantasías, el funcionamiento de sus órganos y sus reacciones emocionales. La reacción de sorpresa ante un regalo inesperado o la decepción por no recibirlo, la anticipación de un fracaso o el recuerdo de un momento grato, todos ellos se consideran conductas.
Con frecuencia nuestro comportamiento mantiene cierta regularidad o coherencia a lo largo del tiempo. Más que respuestas aisladas, exhibimos patrones habituales de conducta. El estudiante de nuestro ejemplo puede reaccionar con temor e inseguridad cada vez que se presenta a un examen. Tal vez se sienta nervioso siempre que habla en público cuando trata de mantener una conversación con alguien que acaba de conocer. Decimos entonces que ha desarrollado el hábito de reaccionar con temor en aquellas situaciones en las cuales supone que alguien está juzgando su desempeño o su destreza social. Un hábito es un estilo regular de comportamiento, un modo de actuar, pensar o sentir en ciertas situaciones. En los próximos capítulos nos ocuparemos especialmente de los hábitos de pensamiento, y veremos cómo los mismos determinan nuestras reacciones emocionales y nuestras conductas visibles.Desde el momento en que nacemos comenzamos a desarrollar patrones de conducta. Adquirimos hábitos higiénicos tales como lavarnos las manos antes de comer y cepillarnos los dientes después del almuerzo y la cena. Aprendemos a vestirnos y a jugar del modo que corresponde a nuestro sexo, y a pensar en nosotros mismos como varones o como
niñas. Esto se resume a veces afirmando que desarrollamos una "identidad sexual". Adquirimos normas éticas, morales y religiosas, por ejemplo la idea de que robar es malo y de que existe un Dios. Incorporamos temores y afinidades,simpatías y antipatías, preferencias y rechazos. Aprendemos, en suma, a pensar, actuar y sentir de cierto modo. Lo que llamamos personalidad es precisamente el conjunto de hábitos adquiridos a lo largo de la vida.
El proceso de adquisición de hábitos se conoce como aprendizaje y depende de las experiencias que atravesamos desde el nacimiento y a lo largo de la vida. La influencia de nuestros padres, la educación que recibimos y en general la interacción con el medio van modelando nuestra personalidad. Los valores culturales y las normas de la sociedad en que vivimos contribuyen a crear nuestros propios valores. La reacción de otras personas ante nuestra conducta y los éxitos o fracasos que cosechamos determinan que conservemos ciertos hábitos y abandonemos otros.
Desde el punto de vista del sujeto, algunos hábitos son útiles o productivos mientras que otros resultan inconvenientes.
Podemos aprender a enfrentar en forma positiva y optimista nuestros problemas, o desarrollar una baja tolerancia a las frustraciones y deprimirnos ante el menor contratiempo. Aprendemos a relacionarnos con los demás sobre una base de seguridad y confianza, o adquirimos un estilo de comunicación inhibido y temeroso. Nos habituamos a ser tolerantes o desarrollamos una conducta hipercrítica y exigente hacia las otras personas. Aprendemos a pedir ayuda cada vez que enfrentamos una dificultad o a valernos por nosotros mismos y a ser autosuficientes. También podemos desarrollar disfunciones o inhibiciones sexuales más o menos estables.
Nuestra manera de ser también está influida por la herencia, puesto que nacemos con un temperamento básico sobre el cual se edifica nuestra personalidad. Podemos heredar una predisposición a las depresiones, una constitución nerviosa o una tendencia a reaccionar en forma impulsiva. Sin embargo, el aprendizaje juega un papel central en la formación del carácter, y nuestros hábitos se desarrollan después del nacimiento. Herencia y ambiente se complementan, al punto de que la propia capacidad de aprender está condicionada por factores genéticos.
¿Cómo incorporamos nuevos hábitos?En otras palabras, ¿Cómo aprendemos a actuar, a pensar y a sentir de una manera determinada? La psicología conductista concede una gran importancia a esta pregunta. Si descubrimos las leyes del aprendizaje podremos aplicar los mismos principios para modificar nuestra conducta y desarrollar nuevos patrones de pensamiento y acción. Necesitamos saber cómo se adquieren y se mantienen los temores, para aprender a superar miedos irracionales tales como fobia a viajar en ómnibus o en ascensor. Nos interesa saber de qué modo se adquiere un
estilo de reacción depresiva para aumentar nuestra resistencia ante las frustraciones Para responder a estas preguntas, los psicólogos partieron de la premisa de que la conducta no ocurre al azar sino que
esta sujeta a leyes o principios. Empleando el método científico-experimental, los investigadores encontraron muchas de las leyes que explican el desarrollo de la conducta normal y alterada. Este método exige la observación cuidadosa de la conducta y de los sucesos que ocurren antes y después de la misma. Las leyes que se formulan deben ser comprobadas en los hechos, demostrando que pueden predecir con cierto grado de certeza el comportamiento investigado. Uno de los procesos estudiados ha sido la imitación de modelos, estableciendo bajo que condiciones es probable que un sujeto imite la conducta de otra persona, incluyendo sus creencias, ansiedades y temores. La imitación juega un papel importante en la adquisición del lenguaje, de la conducta social y de muchos comportamientos significativos. Otro principio bien conocido es el condicionamiento, que explica de qué manera se adquieren afinidades y rechazos a partir de experiencias agradables o angustiantes. De ese modo hemos comprendido cómo se desarrolla una fobia o una disfunción sexual luego de vivencias traumáticas, dolorosas o humillantes. El reforzamiento,
la extinción y el castigo indican cómo las consecuencias de la conducta permiten consolidar o eliminar hábitos previamente adquiridos.
Un mecanismo de aprendizaje importante se refiere a la influencia de las ideas y creencias sobre la conducta visible y las reacciones emocionales. Este proceso explica el aprendizaje de muchos hábitos inconvenientes y a él nos referiremos en los próximos capítulos. Un concepto básico es que tanto la conducta normal como aquella contraproducente o inconveniente para el sujeto, se adquiere de acuerdo a las mismas leyes. La imitación, el condicionamiento y el reforzamiento pueden dar lugar a comportamientos gratificantes o a conductas neuróticas.
Depende de qué hábitos se refuercen, se condicionen o se imiten. Lo que cambia en cada caso son las circunstancias específicas que se viven, no la forma en que se produce el aprendizaje. Esto explica, además, las diferencias individuales: cada persona desarrolla sus propios estilos de pensamiento y de conducta a partir de las experiencias que atraviesa, aunque los principios básicos del aprendizaje sean similares en todos los casos.
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