sábado, 6 de octubre de 2012
38 ESTRATEGIASPARA TENER LA RAZÓN (SCHOPENHAUER) PARA 5TO AÑO
ESTRATAGEMA 1
La amplificación. La afirmación del adversario se lleva más allá de sus límites
naturales, se la interpreta de la manera más general posible tomándola en su sentido más
amplio y exagerándola. La propia afirmación, en cambio, se especifica cuanto se puede
reduciéndola a su sentido más nimio, a sus límites más estrechos, pues cuanto más
general sea una afirmación, a más ataques estará expuesta. El remedio más eficaz
contra la amplificación es la definición concreta de los puncti y el status controversia [los
puntos a discutir y las condiciones de la discusión).
Ejemplo 1. Afirmé: "Los ingleses son la primera nación en el arte dramático." – El
adversario quiso intentar una instantia y manifestó: "Que de todos era conocido que tanto
en lo que a música se refiere, y por consiguiente, tampoco en la ópera, hubieran hecho
algo de importancia”. - Le repliqué recordándole que "la música no está incluida entre las
artes dramáticas; éstas se refieren únicamente a la tragedia y la comedia”, lo que él muy
bien sabía, sólo que intentó generalizar mi afirmación para poder incluir en ella todas las
representaciones teatrales, y por consiguiente, también la ópera y la música, con lo que
me derrotaría con seguridad.
A la inversa, se salva la propia afirmación mediante su limitación con respecto al
primer propósito manifestado, si la expresión utilizada lo favorece.
Ejemplo 2. A dice; "La paz de 1814 incluso devolvió a todas las ciudades
hanseáticas alemanas su independencia”. - B responde con una instantia in contrarium
que Danzig, que había conseguido su independencia gracias a Bonaparte, la perdió con
aquella paz. -A se salva de esta manera "yo dije "todas las ciudades alemanas", Danzig
era una ciudad hanseática polaca".
Esta estratagema la enseña ya Aristóteles en los Tópicos [lib. VIII, c. 12, 11.
Ejemplo 3. Lamarck (Philosophie zoologique [París, 1809), vol, l, p. 203) niega a
los pólipos toda clase de percepción sensible porque carecen de nervios. Pero, sin
embargo, se sabe que perciben, pues buscan la luz en tanto que artificiosamente se
mueven hacia ella de ramo en ramo; y atrapan su presa. De esto se ha concluido que la
masa nerviosa está proporcionalmente esparcida por la totalidad del volumen de sus
cuerpos, homogéneamente fundida; ya que es evidente que tienen algún tipo de
percepción, aunque sin órganos perceptores específicos. Porque esto invalida su
hipótesis, Lamarck argumenta de forma dialéctica: "En este caso cada una de las partes
del cuerpo de los pólipos debería ser capaz de toda clase de percepción sensible, de
movimiento, de voluntad, de pensamiento, siendo así que el pólipo tendría en cada punto
de su cuerpo todos los órganos correspondientes a las especies de los animales más
11
perfectos. Cada partícula podría ver, oler, gustar, oír, etc., y también pensar, juzgar,
inferir; en definitiva: cada molécula de su cuerpo sería como un animal perfectamente
desarrollado, y el mismo pólipo ocuparía un puesto superior al del ser humano, pues cada
uno de sus trocitos poseería todas las capacidades que el hombre sólo tiene en conjunto.
- Además, no habría ninguna razón que impidiese aplicar lo que sobre los pólipos se
afirma, también a cada mónada, el más imperfecto de todos los seres, y, finalmente,
también a las plantas, que por supuesto también viven, etc." - Con el uso de tales
estratagemas dialécticas traiciona un escritor que en su fuero interno es consciente de no
tener razón. Porque se afirmó: "su cuerpo entero es sensible a la luz, por lo tanto es de
naturaleza nerviosa,>, concluye que todo el cuerpo piensa.
ESTRATAGEMA 2
Usar la homonimia para extender la afirmación enunciada a lo que puede
comprenderse igualmente bajo el mismo nombre, pero que poco o nada tiene que ver con
el asunto del que se está tratando; después, a continuación, se refuta triunfalmente la
afirmación tomada en este sentido haciendo que parezca que se ha refutado la primera.
Anotación. Sinónimas son dos palabras para el mismo concepto; homónimos dos
conceptos designados mediante la misma palabra (ver Aristóteles, Tópicos, Lib. I, cap.
13). Bajo, agudo, alto, utilizados a veces para calificar cuerpos y otras para los tonos de
voz, son homónimas. Honrado y probo son sinónimos.
Se puede considerar esta estratagema como idéntica al sofisma ex homonymia,
sin embargo la obviedad de tal sofisma no engañará en serio.
Omne lumen potes extingui
Íntellectus est lumen
intellectus potest extingui11.
Aquí se nota enseguida que hay cuatro termini: lumen en sentido propio, y lumen
entendido metafóricamente. Por otra parte, en casos más sutiles engaña; concretamente,
en aquellos en los que los conceptos se designan con la misma expresión y están
emparentados, pudiéndose intercambiar uno por otro con facilidad.
Ejemplo 1)12.
A. "Aún no está usted muy iniciado en los misterios de la filosofía kantiana".
11 Toda luz puede apagarse /el intelecto es luz /el intelecto puede apagarse.
12 Los ejemplos ideados intencionalmente al respecto no poseen la sutileza suficiente
como para engañar; por eso es aconsejable que cada uno haga acopio de los mismos
sacándolos de su propia experiencia. Seria conveniente que a cada estratagema pudiese
asignársele un nombre corto y preciso al que se pudiera recurrir en el momento oportuno
para responder inmediatamente al uso de tal o cual estratagema.
12
B. "Ah, mire usted, de donde hay misterios no quieto saber nada".
[Ejemplo 2)]
Censuro el principio del honor, juzgando incomprensible que quien sufre una
ofensa quede deshonrado a menos que no la repare con una ofensa aún más grande, o
mediante la sangre del ofensor o la propia. Para fundamentar esto aduzco que el
verdadero honor no puede ser manchado por lo que uno sufra, sino únicamente por
aquello que uno haga; pues a cualquiera puede tocarle en suerte sufrir de todo. - El
adversario atacó directamente al fundamento mostrándome triunfalmente que si se
acusase falsamente a un comerciante de estafa, de irresponsabilidad, o de negligencia en
sus negocios, se le atacaría su honor, que habría sido únicamente manchado con lo
que padeciese; y que esto solamente podría repararse en cuanto que se consiguiesen el
castigo y la retractación pública de los agresores.
De este modo, con el uso de la homonimia, suplanta el honor burgués, o buen
nombre cuya mancha acontece por la calumnia, por el concepto del honor caballeresco,
conocido también como point d'honneur, cuya mancha acontece por ofensa. Y colmo un
ataque al primero no podría quedar impune, sino que debería ser reparado mediante
pública retractación, del mismo mudo y con el mismo derecho, se repararía un ataque al
segundo mediante otra ofensa aún mayor o mediante el duelo. Aquí tenemos, pues, la
mezcla de dos cosas esencialmente distintas favorecida por la homonimia de la palabra
honor y, además, también una mutatio controversias (cambio del asunto principal de la
controversia) ocasionada asimismo por la homonimia.
ESTRATAGEMA 3
Tomar la afirmación13 que ha sido formulada en modo relativo, relative, como si lo
hubiera sido en general, simpliciter, absolute, o por lo menos, entenderla bajo otro
aspecto muy distinto al de su verdadera intención para seguidamente refutarla según este
último. El ejemplo de Aristóteles es: "el moro es negro, por lo que a sus dientes se refiere,
blanco; por lo tanto es negro, pero no negro a la vez". - Éste es un ejemplo imaginario
que no engañará de verdad a nadie; tomemos en cambio, otro de la experiencia real.
Ejemplo 1. En una conversación sobre filosofía, admito que mi sistema defiende y
alaba a los quietistas. Poco después, recae la conversación en Hegel, y aseguro que, en
general, no ha escrito más que disparates, o que, al menos, hay en sus escritos partes en
las que el autor ha puesto la palabra y el lector debe añadirle el sentido. Él adversario no
se aventura a rebatirlo ad rem, sino que se conforma con el uso del argumentum ad
13 Sophisma a dicto secundum quid ad dictum simpliciter (sofisma que hace pasar una
cosa dicha relativamente por absoluta). Este es el segundo elenchus sophisticus de
Aristóteles (refutación sofística independiente de la dicción: esto es, del modo de hablar,
si se hace en absoluto o no, o teniendo en cuenta un cómo, un cuándo o dónde, o en
relación a alguna otra cosa cualquiera) (Refutaciones sofísticas, 5.[4,166b22]).
13
hominem: "yo había alabado a los quietistas y éstos, en cualquier caso, también
escribieron muchos disparates".
Admitiendo este hecho, corrijo al adversario añadiendo que no admiro a los
quietistas como filósofos y escritores, es decir, no por sus aportaciones teóricas, sino
como a hombres, por sus acciones y, simplemente, en un sentido práctico; con respecto a
Hegel, me refería a sus aportaciones teóricas. Con esto se paró el golpe. Las tres
primeras estratagemas están emparentadas; tienen en común el hecho de que el
adversario habla en realidad de otra cosa distinta de la que se manifestó. Incurre en una
ignoratio elenchi [desconocimiento de la refutación] aquél que se deja desarmar de esta
manera.
En todos los ejemplos mostrados es verdadero lo que aduce el adversario, pero no
está realmente en contradicción con la tesis, la contradicción es sólo aparente; así, quien
es atacado deberá negar la consecutividad de la conclusión del adversario, es decir, que
de la verdad de su tesis se desprenda la falsedad de la nuestra. Es, pues, refutación
directa de su refutación por negationem consecuentiae [negación de la consecutividad].
No admitir premisas verdaderas porque se prevé su consecuencia. Contra esto, los dos
medios siguientes, reglas 4 y 5.
ESTRATAGEMA 4
Cuando se quiere llegar a una conclusión, no hay que dejar que ésta se prevea,
sino procurar que el adversario admita las premisas una a una y dispersas sin que se dé
cuenta durante el transcurso del diálogo; de lo contrario, lo impedirá con todos los medios
a su alcance. O, cuando es dudoso que el adversario vaya a aceptarlas, se formulan
primeramente las premisas de esas premisas; se hacen prosilogismos; entonces se deja
que admita unas cuantas premisas desordenadas de tales prosilogismos enmascarando
así la jugada hasta que haya admitido todo lo que queríamos. Luego se procede
recapitulando el asunto desde atrás. Esta regla la da Aristóteles, Tópicos VIII,1, No
necesita ejemplo alguno.
ESTRATAGEMA 514
Pueden usarse premisas falsas para demostrar la propia tesis cuando el adversario
no admita las verdaderas, es decir, o por. que no reconozca su verdad, o porque ve que
de ellas se seguiría como conclusión inmediata nuestra tesis. Se toman entonces
proposiciones que de suyo son falsas, pero verdaderas ad hominen, y se argumenta ex
concessis, según la manera de pensar del adversario, pues lo verdadero puede seguirse
también de premisas falsas, si bien nunca de verdaderas lo falso. Por otra parte pueden
refutarse tesis falsas del adversario mediante otras tesis también falsas pero que él
sostiene como verdaderas: puesto que hay que tratar con él, debe utilizarse su propia
forma de pensar. Por ejemplo, si pertenece a alguna secta con la que estamos en
desacuerdo podemos utilizar contra él las máximas de la secta como principia.
Aristóteles, Tópicos VIII, C. 9.
14 Perteneciente a la anterior.
14
ESTRATAGEMA 6
Se encubre una petitio principii [petición de principio] postulando aquello que se
debe demostrar, 1) usando otro nombre, por ejemplo, en vez de "honor", "buen nombre",
en vez de "virginidad", "virtud" etc.; o también, utilizando conceptos intercambiables:
animales de sangre roja, en vez de animales vertebrados; 2) dando por supuesto en
general aquello que es muy discutible en un caso particular; por ejemplo, se afirma la
inseguridad de la medicina postulando la inseguridad de todo saber humano; 3) o
viceversa dos cosas consecuentes la una de la otra, si hay que demostrar la primera, se
postula la segunda; 4) si para demostrar el universal, se hace que se admitan todos los
casos singulares (la contraria a la número 2) (Aristóteles, Tópicos VIII, c. ll).
El último capítulo de los Tópicos de Aristóteles contiene buenas reglas sobre el
ejercicio de la dialéctica.
ESTRATAGEMA 7
Cuando la discusión se dirige de manera algo formal y rigurosa y deseamos que se
nos comprenda muy claramente, si hemos enunciado una afirmación y debemos probarla,
procederemos preguntando al adversario para poder deducir de sus respuestas la verdad
de nuestra afirmación. Este método erotemático fue sobre todo utilizado por los antiguos
(se le llama también socrático); a él se refiere la presente estratagema y algunas que
después la seguirán. (Todas ellas libremente adaptadas según el Líber de elenchis
sophistichis, c. 15 de Aristóteles).
Preguntar mucho de una vez y sobre muchas cosas para ocultar lo que en realidad
queremos que admita el adversario y, además, extraer rápidamente de lo admitido la
propia argumentación, pues quienes son lentos en comprender no pueden seguirla con
precisión y pasarán por alto los fallos o lagunas en las deducciones de las pruebas.
ESTRATAGEMA 8
Provocar la irritación del adversario y hacerle montar en cólera, pues obcecado por
ella, no estará en condiciones apropiadas de juzgar rectamente ni de aprovechar las
propias ventajas. Se le encoleriza tratándole injustamente sin miramiento alguno,
incomodándole y, en general, comportándose con insolencia.
ESTRATAGEMA 9
No establecer las preguntas en el orden requerido por la conclusión a la que se
desea llegar con ellas, sino desordenadamente; el adversario no sabrá a dónde
queremos ir a parar y no estará preparado para prevenir la conclusión; además,
dependiendo de como vayan resultando sus respuestas, éstas podrán utilizarse para
extraer conclusiones diversas, incluso contradictorias. Esta estratagema se asemeja a la
4. en cuanto que debe enmascararse su procedimiento.
15
ESTRATAGEMA 10
Si se advierte que el adversario niega intencionadamente aquellas preguntas cuya;
respuestas afirmativas podrían ser utilizadas en beneficio de nuestra tesis, hay que
preguntarle lo contrario de lo que debemos haciendo como si esto fuese lo requerido para
defenderla; o por lo menos presentarle ambas opciones a elegir, de manera que no note
cuál de las dos es la que se desea que afirme.
ESTRATAGEMA 11
Si hacemos una inducción y el adversario admite como válidos los casos
particulares mediante los que se prueba, no debemos preguntarle si también admitirá la
verdad general que puede concluirse de aquellos, sino que debemos introducirla a
continuación como si se tratase de algo ya establecido y admitido anteriormente; porque
puede ser que así lo crea, y también los presentes tendrán la misma impresión, pues se
acordarán de las muchas preguntas hechas sobre los casos particulares, que de alguna
manera habrían tenido que conducir a tal conclusión.
ESTRATAGEMA 12
Si la conversación versa sobre un concepto general que carece de nombre propio
y tiene que designarse trópicamente mediante una similitud, enseguida hemos de elegir
nosotros el símil, de manera tal que sea lo más ventajoso posible para nuestra
afirmación. Así, por ejemplo, los nombres con que en España son designados los dos
partidos políticos, serviles y liberales, los eligieron, evidentemente, estos últimos. El
nombre de "protestantes" lo eligieron ellos; el de "evangélicos", también; pero el de
"herejes", los católicos. sirve también para nombrar las cosas de manera que resulten
más apropiadas a nuestro interés: por ejemplo, si el adversario ha propuesto un cambio,
se le llamará innovación, pues se trata de una palabra aborrecida. Actuaremos de manera
contraria si somos nosotros quienes hacemos la propuesta. En el primer caso se llama a
lo opuesto "orden establecido"; en el segundo, "un pellejo". Aquello que alguien
desintencionada e imparcialmente llamaría algo así como "culto" o "doctrina pública de la
fe", otro que quisiera hablar en su favor, lo llamaría "piedad" o "beatitud", y un enemigo,
"hipocresía" o "superstición". En el fondo se trata de una sutil petitio principii, ya que con
la palabra, en la denominación utilizada, damos ya por supuesto aquello que queremos
probar y que luego derivamos mediante un simple juicio analítico. A lo que uno denomina
"asegurar su persona", "poner bajo custodia", su enemigo lo llama "encerrar".
Un orador traiciona previamente su intención por medio del nombre que da a las
cosas. - Uno dice "la espiritualidad"; otro, "los curas". Entre todas las estratagemas ésta
es instintivamente la que más se usa. Fervor religioso - fanatismo; desliz o galantería =-
infidelidad; equívoco - indecencia; contratiempo - bancarrota; "por medio de influencia y
relaciones" - "mediante corrupción y nepotismo"; "sincero reconocimiento" - "buena
retribución".
ESTRATAGEMA 13
16
Para lograr que el adversario admita una tesis debemos presentarle su opuesta y
darle a0 elegir una de las dos, pero teniendo la desfachatez de proclamar el contraste de
forma estridente, de modo que, para no ser paradójico, tenga que decidirse por nuestra
tesis que parecerá muy probable en comparación con la otra. Por ejemplo: el adversario
debe admitir que uno tiene que hacer todo lo que su padre le dice; así es que le
preguntamos: "¿se debe obedecer a los padres en todas las cosas, o desobedecerles?" -
O cuando se dijo con respecto a algo "a veces", preguntamos si es que con "a veces" se
entienden pocos casos o muchos; él dirá "muchos". Es como si comparamos el gris con el
negro, y lo llamamos blanco, y luego con el blanco y lo llamamos negro.
ESTRATAGEMA 14
Una jugada descarada es la siguiente: cuando el adversario ha respondido a varias
preguntas sin favorecer la conclusión que teníamos pensada, se enuncia y se exclama
ésta triunfalmente como si ya estuviera demostrada, aun sabiendo que no se sigue
de las respuestas dadas por el adversario. si éste es tímido o tonto, y nosotros poseemos
el suficiente descaro y una buena voz, puede salir bien la jugada. Esta estratagema
pertenece a la fallacia non causae ut causae [engaño producido al tomar lo no
fundamentado por el fundamento].
ESTRATAGEMA 15
Si hemos expuesto una tesis paradójica, pero nos encontramos en dificultades
para demostrarla, presentamos al adversario otra tesis correcta, aunque no del todo
evidente, para que la acepte o la refute como si de ello quisiéramos obtener la prueba; si
sospechando alguna treta la rechaza, entonces lo reducimos ad absurdum [al absurdo] y
triunfamos; pero si la acepta, habremos dicho entretanto algo razonable, y ya veremos
cómo sigue adelante el asunto. O utilizamos aquí la estrategia precedente y aseguramos
que con eso ha quedado demostrada nuestra paradoja. Para esto hace falta una
insolencia extrema que, si bien la proporciona la experiencia, también hay gente que la
pone en práctica instintivamente.
ESTRATAGEMA 16
Argumenta ad hominem o ex concessis. Con respecto a una afirmación del
adversario, tenemos que buscar si de alguna manera no estará en contradicción -en caso
necesario, por lo menos en apariencia- con alguna otra cosa que él haya dicho o admitido
previamente, o con los principios de una escuela o secta que él haya alabado o
aprobado; también con hechos de quienes pertenecen a tal secta, o con los de miembros
falsos o supuestos, o con su propia conducta. Si, por ejemplo, él defiende el suicidio, se
le espeta: " ¿Por qué no te ahorcas tú ?". O si afirma que la permanencia en Berlin no le
es grata, se le increpa inesperadamente: "¿Por que no te marchas de aquí en el primer
correo?". De una forma u otra podrá encontrarse algún tipo de incomodo.
ESTRATAGEMA 17
Si el adversario nos amenaza con una refutación, a menudo podremos salvarnos
mediante una sutil diferencia en la que antes no habíamos reparado, si es que el asunto
se presta a alguna que otra ambigüedad o permite su remisión a un doble caso.
ESTRATAGEMA 18
Si notamos que el adversario comienza una argumentación con la que va a
derrotarnos, no tenemos que consentirle que siga adelante con ella; hay que impedirle a
toda costa que la concluya, interrumpiendo o desviando a tiempo la trayectoria de la
discusión al encaminarla hacia otras cuestiones. Brevemente, le salimos al paso con una
mutatio controversiae [cambio del tema de la discusión]15 .
ESTRATAGEMA 19
Si el adversario nos solicita explícitamente alegar algo en contra de algún punto
concreto de su afirmación pero no tenemos nada adecuado, tomamos el asunto de
manera general y argumentamos así en su contra. Si debemos responder a la pregunta
de por qué no es de fiar una determinada hipótesis física, hablamos de lo engañoso del
saber humano y lo adornamos con toda suerte de ejemplos.
ESTRATAGEMA 20
Cuando hayamos obtenido del adversario la concesión de una premisa que
requeríamos, tenemos que deducir la conclusión deseada no con más preguntas, sino
concluyéndola inmediatamente nosotros mismos; así, incluso careciendo todavía de una
u otra de las premisas, la tomamos también como igualmente concedida y deducimos de
esta forma la conclusión.
Lo que resulta entonces es la aplicación de la fallacia non causae ut causae
[falacia que consiste en tomar por fundamento lo que no es].
ESTRATAGEMA 21
Si observamos que el adversario utiliza un argumento meramente aparente o
sofístico podemos anularlo sencillamente atacando su capciosidad y apariencia, pero es
mucho mejor presentarle otro argumento si cabe, de análoga apariencia y sofistería para
liquidarlo, pues lo que importa no es la verdad, sino la victoria. si él utiliza un argumentum
ad hominem, bastará para invalidarlo con que le respondamos con otro contraargumento
ad hominem (ex concessis); y, sobre todo, será mucho más corto esgrimir un
argumentum ad hominem cuando se tenga oportunidad que enzarzarse en una discusión
sobre la verdadera naturaleza del asunto.
ESTRATAGEMA 22
15 Sobre esto, la estratagema 29,
18
Si el adversario nos conmina a que admitamos algo de lo que inmediatamente se
seguirá el problema que se debate en la discusión, nos negamos aduciendo que se trata
de una petitio principii, pues tanto él como el auditorio confundirán con facilidad una tesis,
que en apariencia se parece al problema, con el problema mismo; así le privaremos de su
mejor argumento.
ESTRATAGEMA 23
La contradicción y la discordia motivan la exageración de la tesis. contradiciendo al
adversario podemos inducirlo a que lleve fuera de sus límites una afirmación que dentro
de ellos hubiera podido ser verdadera. En cuanto hayamos refutado la exageración
parecerá que refutamos también su primera tesis. En cambio, debemos guardarnos de
que no se nos lleve al abultamiento o a una mayor extensión de nuestra tesis empleando
en contra nuestra el mismo procedimiento. A menudo el adversario recurrirá al intento de
extender nuestra afirmación más allá de los términos en los que la habíamos expresado;
en este caso debemos pararlo súbitamente y reconducirlo a los límites de lo que
manifestamos con un "tanto dije, y no más".
ESTRATAGEMA 24
Uso abusivo de la deducción. De las tesis del adversario se infieren a la fuerza,
mediante deducciones falsas y deformando los conceptos, tesis que no están allí
contenidas y que de ningún modo corresponden a la opinión manifestada por él, sino que,
en cambio, son absurdas o peligrosas. De esta forma parecerá que de su tesis se siguen
proposiciones que se contradicen a si mismas o que contradicen verdades reconocidas;
esto valdrá como una refutación indirecta, apagoge; es de nuevo un empleo de la fallacia
non causae ut causae [falacia que consiste en tomar por fundamento lo que no es].
ESTRATAGEMA 25
Esta estratagema tiene que ver con la Apagoge mediante una "instancia",
exemplum in contrarium. La epagoge, inductio, requiere una gran cantidad de casos para
poder hacer valer un principio universal; a la apagoge le basta con presentar un único
caso en el que el principio no es válida para refutarlo; se llama "instancia" a un caso de
este genero, entasis, exemplum in contrarium, instantia [contraejemplo]. Por ejemplo, la
proposición "todos los rumiantes tienen cuernos", será invalidada por la única "instancia"
del camello.
La "instancia" es un caso en la aplicación de la verdad general que queda
subsumido bajo el concepto principal de aquélla, pero para el que tal verdad general no
es válida, por lo que ésta queda invalidada.
Sin embargo, no es raro que aquí se den engaños; por eso será conveniente tener
en cuenta lo siguiente cuando el adversario haga instancias: 1) Si el ejemplo es
efectivamente verdadero. Hay problemas cuya única solución es la de que son falsos: por
ejemplo, muchos milagros, historias de espíritus, etc. 2) Si está realmente bajo el
concepto de la verdad propuesta. Muchas veces esto es sólo aparente y puede
19
solucionarse mediante una sutil distinción. 3) Si verdaderamente se contradice con la
verdad expresada, pues a menudo es esto también sólo aparente.
ESTRATAGEMA 26
Un golpe brillante es lo que se conoce como retorsio argumenti [dar la vuelta al
argumento]: es decir, cuando el argumento que el adversario quiere utilizar para su
defensa puede ser utilizado mejor en su contra. Por ejemplo, él dice: "No es más que un
niño, déjalo en paz, no se lo tengas en cuenta,”; retorsio: "Precisamente porque es un
niño se le debe tener en cuenta y corregirle, para que no se arraiguen sus malas
costumbres".
ESTRATAGEMA 27
Si inesperadamente el adversario se muestra irritado ante un argumento, debe
utilizarse tal argumento con insistencia; no sólo porque sea el más indicado para irritarle,
sino porque es de suponer que se ha tocado la parte más débil de su razonamiento y
porque si se sigue por ahí, habrá de obtenerse mucho más de lo que se muestra a simple
vista.
ESTRATAGEMA 28
Esta estratagema está especialmente indicada para cuando discuten personas
doctas ante un público que no lo es. si no se tiene ningún argumentum ad rem y ni
siquiera uno ad hominem, se intenta uno ad auditores [al auditorio], esto es, se arguye
una observación inválida, cuya invalidez sólo reconoce el experto. si bien el adversario lo
es, no así el auditorio: a sus ojos, nuestro adversario pasará por ser el derrotado, y aún
más rotundamente, si la observación que se hizo pone en ridículo de algún modo su
afirmación. La gente está en seguida dispuesta a la risa; y se obtiene el apoyo de los que
ríen. Para mostrar la nulidad del comentario, el adversario tendría que debatir largamente
y remitirse a los principios de la ciencia o a otra cosa por el estilo, con lo que no obtendría
fácilmente atención.
Ejemplo. El adversario dice: "En la formación de la costra rocosa primigenia, la
masa desde la que cristalizaron el granito y toda la roca restante se hallaba fluida a causa
del calor, es decir, derretida; el calor debió de ser por lo menos de 200° R.; la masa
cristalizó bajo la superficie marina que la cubría." – Hacemos el argumento ad auditorem,
aduciendo que bajo aquella temperatura, ya incluso antes de los 80°, el mar habría cocido
y se habría esfumado en forma de vapor. - Los espectadores ríen. Para refutarnos,
nuestro adversario tendría que demostrarnos que el punto de ebullición no depende sólo
del calor, sino también de la presión atmosférica y que ésta es tan intensa que incluso si
la mitad del agua marina sube en forma de vapor, aun a la temperatura de 200° R. no da
lugar a cocción alguna. – Mas él no se aventura a demostrarlo, pues para quienes no son
físicos se necesita prácticamente todo un tratado.
ESTRATAGEMA 29
20
Si se advierte que vamos a ser vencidos16, hacemos una diversión; es decir,
comenzamos repentinamente a hablar de otra cosa totalmente distinta como si tuviese
que ver con el asunto en cuestión y constituyese un nuevo argumento en contra del
adversario. Esto ocurre con cierto disimulo si, a pesar de todo la diversión está
relacionada, aunque sólo sea de forma general, con el thema quaestionis [el tema en
cuestión]; o descaradamente, cuando sólo se usa para huir del adversario y no tiene en
absoluto nada que ver con el tema.
Por ejemplo: alabé que en China no se conceden cargos públicos por nobleza de
cuna sino que todos se otorgan como consecuencia de Examina [exámenes]. Mi
oponente afirma que precisamente el saber no capacita más para el ejercicio de un cargo
público que la excelencia del nacimiento (que él tiene en mayor consideración). - Mas
ahora estaba perdido. En seguida hizo la diversión aduciendo que en China se castiga a
todos los estamentos con bastonazos, lo que relacionó con el consumo excesivo de té,
dos cosas que reprocha a los chinos. Quien a continuación se dejase enredar por esto,
habría sido desviado y perdería con ello la victoria que había estado a punto de obtener.
La diversión es descarada cuando abandona por completo el asunto en cuestión y
ataca con algo parecido a esto: "sí, y eso que usted afirmaba recientemente, en cualquier
caso, etc. " Pues esto ya se corresponde en cierta manera con el "ataque personal", del
que se tratará debidamente en la última estratagema. Considerada en sentido estricto, la
diversión es un estadio intermedio entre el argumentum ad personam, y el argumentum
ad hominem. Cuán común y natural es esta estratagema lo confirma toda disputa entre
gente vulgar: cuando uno hace al otro reproches personales, éste no responde con su
refutación, sino con recriminaciones personales en contra del adversario, dejando sin
responder los reproches que a él se le hayan dirigido y admitiéndolos igualmente. Hace
como Escipión, que no atacó a los cartagineses en Italia sino en África. En la guerra tal
diversión es muy útil cuando se hace a tiempo; en las disputas es mala, pues los propios
reproches se dejan sin respuesta, y el auditorio llega a conocer lo peor de ambos
contrincantes. En la discusión se utiliza faute de mieux [a falta de algo mejor].
ESTRATAGEMA 30
El argumentum ad verecundiam [argumento al respeto]. En vez de razones se
usan autoridades elegidas a la medida de los conocimientos del adversario.
Unusquisque rnavult credere quam judicare [cualquiera prefiere creer a discurrir],
dice Séneca [De Vita beata 1, 4]; se tiene un juego fácil si tenemos de nuestra parte una
autoridad que el adversario respeta. Podrán utilizarse muchas más autoridades cuanto
más restringidos sean sus conocimientos y capacidades. si éstas fueran de primer orden,
entonces habría muy pocas o ninguna. Como mucho, aceptará aquéllas a las que se
atenga alguien versado en una ciencia, arte u oficio de los que él apenas posea
conocimiento alguno, aunque con pesar. La gente común, en cambio, siente gran respeto
por los especialistas de cualquier clase. No saben que quien hace profesión de una cosa
ama más el beneficio que de ella obtiene que dicha profesión; además, el que enseña
16 Véase la estratagema 18.
21
una materia raramente la conoce en profundidad, pues, precisamente, a aquél que la
estudia profusamente le sobra poco tiempo para la enseñanza. Para el vulgus [plebe]
existen muchísimas autoridades que respeta; si no se tiene alguna autoridad adecuada al
caso, se sustituye por otra que lo sea sólo aparentemente, y se la adapta a aquello que
fue dicho en un sentido distinto o bajo otra circunstancia. Las autoridades que el
adversario no comprende en absoluto son las que frecuentemente producen mayor
efecto. Las personas no cultivadas sienten un particular respeto por las florituras griegas
y latinas. En casos de apuro no sólo puede tergiversarse la autoridad, sino también
falsificarse o incluso esgrimir alguna de invención propia, pues la mayoría de las veces el
adversario no tiene el libro a mano o no sabe cómo consultarlo. El más bonito ejemplo de
esto lo proporciona el francés Curé, quien para no tener que pavimentar el trozo de calle
frente a su casa, como era de obligación para todos los demás ciudadanos, se amparó en
una sentencia bíblica: paveant illi, ego non pavebo [quieran los otros temblar, yo no
tiemblo], [lo que fue interpretado por los espectadores que entendían algo de latín como
si paveant viniese del francés paver = pavimentar]17. Esto convenció a los delegados de
la comunidad. También se utilizan los prejuicios comunes como autoridad, pues la
mayoría opina con Aristóteles: [decimos que es correcto lo que así le parece a la mayoría;
Ética a Nicómaco X, 2, 1172h 36] ; efectivamente, no existe opinión alguna, por absurda
que sea, que los hombres no acepten como propia, si llegada la hora de convencerles se
arguye que tal opinión es aceptada universalmente. El ejemplo obra tanto en su
pensamiento como en sus actos. Son como ovejas que siguen al carnero a donde quiera
que vaya: les es más fácil morir que pensar. Es curioso que la universalidad de una
opinión tenga en ellos tanto peso, puesto que pueden observar en sí mismos con qué
facilidad se aceptan opiniones sin juicio previo por la sola fuerza del ejemplo. Pero no se
dan cuenta, pues les falta cualquier tipo de reflexión. sólo los elegidos pueden decir con
Platón: [la multitud tiene opiniones variadas; República IX, 576c] lo que quiere decir que
el vulgus tiene muchas patrañas en la cabeza y si uno quiere desentenderse de ellas
tendría un inmenso trabajo.
La universalidad de una opinión, hablando seriamente, ni constituye una prueba, ni
un motivo de la posibilidad de su verdad.
Los que sostengan lo contrario tendrán que admitir 1) que la distancia en el tiempo
priva a aquella universalidad de su fuerza probatoria; de no ser así, deberían ser
considerados todos los antiguos errores que alguna ves fueron aceptados como
verdades; por ejemplo, el sistema ptolomeico, o en todos los países protestantes habría
que instaurar de nuevo el catolicismo; 2) que la distancia en el espacio tiene el mismo
efecto; si no, esa universalidad de opinión quedará en entredicho entre los seguidores del
budismo, el cristianismo o del islamismo. (según Benthan, Tactique des assemblées
législatives [Ginebra-París 1816], t. II, p. 76).
Lo que se conoce como opinión universal es, examinándola con precisión, la
opinión de dos o tres persona; nos convenceríamos de esto si pudiésemos observar su
genesis. Nos encontraríamos entonces con que fueron dos o tres personas quienes
17 Añadido en la edición de Haffmans. [N. del T.]
22
primero la supieron o enunciaron y afirmaron, y que, benévolamente, creyeron que la
habían examinado a fondo; el perjuicio de suponerles lo suficientemente capacitados
para realizar tal examen, indujo, en principio, a otros tantos a aceptar también esta
opinión; a éstos los creyeron otra vez mucho más: aquellos a los que su indolencia les
sugirió que era mejor creerlo enseguida que andar haciendo trabajosas comprobaciones.
De este modo creció de día el número de tales acólitos indolentes y crédulos, pues, al fin
y al cabo, la opinión venía respaldada por un buen número de voces que apoyaban;
entretanto, aquellos que la veneraban atribuyeron únicamente el carácter determinante
de sus fundamentos el que hubiese conquistado tal consenso. Los restantes se vieron
obligados a admitir lo que ya era aceptado en general pasar por las cabezas inquietas
que se rebelaban contra la opinión de la mayoría, o por tipos presuntuosos que
pretendían ser mas listos que el resto del mundo. A estas alturas el consenso se convirtió
ya en deber. De aquí en adelante, los pocos que están capacitados para juzgar se ven
obligados a callarse, mientras que aquellos a quienes se le permite hablar son
precisamente los mas incapaces de tener opiniones y juicios propios y los que,
simplemente, se hacen eco de la opinión de los otros; por otra parte, éstos son sus más
celosos e intolerantes defensores. En efecto, no odian tanto la opinión distinta de quien
piensa de otra manera, cuanto la audacia querer juzgar por sí mismo, algo que ellos ya
no intentan hacer y de lo que, además, son consientes.
Resumiendo: muy poco son capaces de pensar, sin embargo todos quieren tener
opiniones; y siendo así, ¿no será fácil, en vez de crearlas ellos mismos, tomarlas ya listas
de otros?. Ante estos hechos, ¿qué valor de verdad puede tener ahora la opinión de cien
millones de personas? El mismo que el de un dato histórico que se encuentra en cientos
de historiadores y del que después se sabe que lo han copiado uno de otros, por lo que
se concluye que al cabo todos se fiaron del testimonio de uno solo (Según Bayle,
Pensées sur les Comètes [1704,Vol. I, p. 100).
Dico ego, tu dicis,sed denique dixit et ille:
Dictaque post toties, nil nisi dicta vides18.
No obstante, cuando se discute con gente común puede usarse la opinión
universal como autoridad.
Por lo general, se observará que cuando dos personas ordinarias discute, el arma
más utilizada por ambas partes es el de las autoridades: con ellas se acosan
mutuamente. Si una persona más inteligente tiene que vérselas con este género, lo mejor
que puede hacer es adaptarse a tal arma y utilizarla según los puntos débiles del
adversario. En efecto, contra el arma de las razones ésta es, ex hypothesi, un Sigfrido
cornudo inmerso en la marea de la incapacidad de pensar y juzgar.
18 "Lo digo yo, lo dices tú, y al fin también aquél lo dice: /Tanto se ha dicho, que ya sólo
queda ver lo que se dijo" (Motto Elegido por Goethe como encabezado de la parte
polémica de su Teoría de Colores).[N. del T.]
23
En los tribunales se litigia exclusivamente recurriendo a la autoridad, a la autoridad
de la ley, que está firmemente establecida. Competencia de la facultad de juzgar es
encontrar la ley, es decir, la autoridad que ha de aplicarse en cada caso concreto. La
dialéctica posee, sin embargo, suficiente amplitud de campo como para, en aquellos
casos en los que convenga, hacer que un caso y una ley que en realidad no concuerdan,
giren hasta que pueda vérselos como concordantes y al contrario.
ESTRATAGEMA 31
Cuando no se tiene nada que oponer a las razones expuestas por el adversario,
uno se declara fina e irónicamente incompetente: "Lo que usted dice supera mi pobre
capacidad de comprensión; probablemente será muy justo, mas yo no acierto a
comprenderlo, por lo tanto renuncio a cualquier juicio".
Con esto se insinúa al auditorio, al que se ha tenido en cuenta en todo momento,
que lo que se ha dicho es absurdo. Así, muchos profesores de la vieja escuela ecléctica
declararon al aparecer la Crítica de la razón pura, o mejor, cuando ésta empezó a
suscitar interés, "nosotros no la comprendemos"; con eso creyeron haber resuelto el
asunto. Pero cuando algunos adeptos de la nueva escuela les demostraron que
realmente tuvieron razón al afirmar que no la habían comprendido, se pusieron de muy
mal humor.
Esta estratagema debe utilizarse únicamente allí en donde se está seguro de ser
más estimado por el auditorio que el adversario: por ejemplo, un profesor contra un
alumno. En realidad, pertenece a la estratagema precedente, ya que es una manera
especialmente maligna de hacer valer la propia autoridad en vez de atenerse a razones.
La jugada contraria es la siguiente: "Permítame..., con su gran capacidad de penetración,
debe ser para usted algo muy sencillo de comprender, por lo que únicamente mi mala
exposición tiene la culpa", y así darle en las narices, que tenga que entenderla nolens
volens [quiera o no quiera], con lo que quedará claro que efectivamente no la había
entendido. Así se trocó el argumento: él quiso insinuar "absurdo", nosotros le
demostramos "incomprensión". Ambas cosas con la más exquisita cortesía.
ESTRATAGEMA 32
Una forma rápida de invalidar o, al menos, hacer sospechosa una afirmación del
adversario que no nos conviene es subsumirla bajo una categoría aborrecible con la que
pueda tener alguna semejanza, con la que se la relaciona sin más: por ejemplo "esto es
maniqueísmo, esto es arrianismo; esto es pelagianismo; esto es idealismo; esto es
espinozismo; esto es panteísmo; esto es brownianismo; esto es naturalismo; esto,
ateísmo; esto es racionalismo; esto, espiritualismo; esto es misticismo; etc." - Con lo que
suponemos dos cosas: 1) que la afirmación es idéntica o, al menos, está contenida en tal
categoría y podemos exclamar: "¡Oh, esto no es nuevo para nosotros!" y 2) que tal
categoría ya está refutada del todo y no puede contener ni una sola palabra de verdad.
ESTRATAGEMA 33
24
"Esto será verdad en la teoría, pero en la práctica es falso". Mediante este sofisma
se conceden las razones, pero se niegan las consecuencias; está en contradicción con la
regla a ratione ad rationatum valet consequentia [tiene que haber consecutividad
necesaria entre la causa y su efecto] Tal afirmación supone una imposibilidad: lo que en
la teoría es verdadero debe serlo también en la práctica; si esto no se verifica, habrá un
fallo en la teoría; algo se omitió y no salió bien la cuenta; consecuentemente, también la
teoría es falsa.
ESTRATAGEMA 34
Si el adversario no da una respuesta precisa a una pregunta o a un argumento, o
no toma posición concreta alguna al respecto, sino que se evade respondiendo con otra
pregunta o con una respuesta esquiva o con algo que carece de relación alguna con el
asunto en discusión, pretendiendo desviar el tema hacia otra parte, es signo evidente de
que hemos tocado (a veces sin saberlo) uno de sus puntos débiles; se trataría por su
parte de un enmudecimiento relativo. Urge, pues, mantenernos en el punto que hemos
tocado sin soltarlo y más aún cuando no veamos en qué consiste la flaqueza con la que
dimos.
ESTRATAGEMA 35
Que si es practicable hace innecesarias rodas las demás. En vez de influir en el
intelecto con razones, se influye en la voluntad por medio de motivos; de este modo, tanto
el adversario como el auditorio, si es que posee los mismos intereses que aquél, se
ganan al instante para nuestra opinión, aunque ésta provenga del manicomio. Y es que
casi siempre tiene más peso una pizca de voluntad que un quintal de juicio y de
persuasión. Naturalmente, esta estratagema sólo da resultado bajo determinadas
condiciones, cuando se puede hacer saber abiertamente al adversario que si se dejase
valer su opinión la consecuencia que se seguiría de ello sería muy perjudicial para sus
propios intereses, la soltará enseguida con la misma rapidez con que arrojaría un hierro
candente que hubiese agarrado por descuido. Por ejemplo: si un clérigo defiende un
dogma filosófico y se le hace notar que está en contradicción con un dogma fundamental
de su iglesia, enseguida renunciará a mantenerlo.
Un terrateniente afirma la excelencia de las máquinas en Inglaterra, en donde una
máquina de vapor realiza el trabajo de varios hombres; se le responde que muy pronto
también los carros de caballos serán sustituidos por máquinas de vapor, y que los
numerosos caballos de sus cuadras tendrán que bajar de precio; -ya se verá qué es lo
que ocurre. En estos casos el sentimiento de uno de estos oponentes concuerda con la
máxima: "quam temere in nosmet legem sancismus iniquam" ["con cuánta facilidad
enunciamos una ley inicua que se manifiesta en contra nuestra", Horacio, Sátiras1, 3, 67].
Lo mismo sucede cuando el auditorio forma parte, como nosotros, de una secta,
corporación, sindicato, club, etc., mientras que el adversario no. Por muy justa que sea su
tesis, en cuanto anunciemos que va en contra del interés de la mencionada secta,
corporación, etc., todos los presentes reprobarán los argumentos del adversario, por
25
óptimos que sean, teniéndolos por débiles y miserables, mientras que los nuestros, en
cambio, aunque carezcan de fundamento alguno, se tendrán por justos y acertados; el
coro se proclamará con gran vocerío a nuestro favor y el adversario abandonará el
terreno avergonzado. la mayoría de las veces el auditorio creerá haber dado su
consentimiento por pura convicción, pues aquello que va en contra de nuestros intereses
casi siempre le parece absurdo al intelecto.
Intellectus luminis sicci non est recipit infusionem a Voluntate et affectibus [el
intelecto no es una luz que arda sin aceite, sino que está alimentado por la voluntad y las
pasiones, Bacon, Novum Organon 1, 49]. Puede describirse también a esta estratagema
como "agarrar al árbol por la raíz": comúnmente se la conoce como argumentum ab utili
[argumento desde la utilidad].
ESTRATAGEMA 36
Desconcertar y aturdir al adversario con absurda y excesiva locuacidad. Esto tiene
que ver con que
Frecuentemente cree los hombres, al escuchar palabras huecas, que se
trata de graves pensamientos.
Si el adversario es consciente de su propia debilidad y lo oculta, si está
acostumbrado a escuchar cusas que no entiende haciendo como si las hubiese
entendido, entonces puede impresionársele si con aire de seriedad y haciendo que
parezcan verdades profundas, se le espetan los mayores absurdos como si fueran la
prueba palpable de lo que se desea defender. Frente a ellos perderá el nido, la vista y el
pensamiento. Como se sabe, algunos filósofos han utilizado recientemente esta
estratagema ante el público alemán, obteniendo con ello un extraordinario aplauso. Ya
que se trata de exempla odiosa [ejemplo odioso] tomaremos para ilustrarlo un fragmento
de la obra de Oliver Goldsmith: The vicar of Wakefield [cap. VII]19.
-Muy bien Frank -repuso el Squire-, pues que me ahogue este vaso si una
hermosa muchacha no vale más que todos los clérigos del país. Porque los
impuestos y los diezmos no son más que una imposición, todo un
condenado engaño, y puedo probarlo.
-Me gustaría que lo hiciera- dijo Moisés; y continuó- : Y creo que yo podría
replicarle adecuadamente.
-Muy bien, caballero-exclamo el Squire burlándose de él y haciendo señas al
resto de la familia para que nos dispusiéramos a divertirnos-. Si tiene usted
firmes argumento sobre el tema estoy dispuesto a aceptar el desafío. En
primer lugar, ¿cómo prefiere discutir, analógicamente o dialógicamente?
-Racionalmente- respondió Moisés, muy contento de que se le aceptara la
discusión.
19 Schopenhauer no trascribe en el texto original el ejemplo al que se refiere. Nosotros
seguimos la versión de la edición Haffmans al hacerlo así. (N. del T.)
26
-Muy bien- dijo Squire- y para empezar por el principio, espero que no me
negara que lo que es, es. Si no está usted de acuerdo en esto es inútil que
sigamos adelante.
-Desde luego-replico Moisés-,estoy de acuerdo con eso.
-Espero que igualmente admitirá-prosiguió el otro-que una parte es mejor
que el todo.
-Claro que lo admito-contestó moisés-.No es mas que lo razonable.
-Supongo-continuó Squire- que no me negará que los tres ángulos de un
triángulo valen dos rectos.
-No puede haber nada más que evidente-concedió el otro, mirando
alrededor con aire de importancia.
-Muy bien -contestó Squire, hablando muy deprisa-,ahora que están bien
sentadas las premisas, empiezo por observar que la concatenación de la
propia existencia, procediendo por una razón duplicada recíproca, produce
naturalmente un dialogismo problemático, que de algún modo prueba que la
esencia de la espiritualidad puede ser referida al segundo predicado.
-Un momento, un momento-le interrumpió Moisés-.Yo no puedo aceptar es.
¿Cree usted que me voy a someter humildemente a sus doctrinas tan
heterodoxas.
-¡Como!- replicó el Squire, simulando estar muy enojado-,no es cuestión
someterse. Contésteme un simple pregunta:¿Cree usted que Aristóteles
tiene razón cuando dice que los relativos están relacionados?.
-Sin duda-replico Moisés.
-Si es así-contestó el Squire-, respóndame directamente a lo que le
propongo: Si usted juzga que la investigación analítica de la primera parte
de mi entimema es deficiente "secundum quoad" a "quoad minus", déme
también sus razones directamente.
-¡Protesto!-exclamo Moisés-. No comprendo del todo la fuerza de su
razonamiento, pero si se reduce a una simple proposición, supongo que
tendrá una respuesta.
-¡Oh señor! -replicó el Squire-, soy su más humilde servidor, y creo que
usted pretende que yo le proporcione tantos argumentos como inteligencia.
No, caballero, es usted demasiado duro conmigo.
Esto provocó las risas sobre el pobre Moisés, que a partir de ese momento
fue la única persona sería de aquel grupo de caras alegres, y no volvió a
decir una sola palabra en toda la noche20.
ESTRATAGEMA 37
(Que debería ser una de las primeras) Cuando el adversario, llevando de hecho
razón, ha tenido la mala suerte de elegir para su defensa una prueba inadecuada que
podemos invalidar fácilmente, damos con eso todo el asunto refutado. En el fondo, lo que
hacemos es sustituir un argumentum ad hominen por uno ad rem. En caso de que el o los
20 Oliver Goldsmith, El vicario de Wakefield, Trad. De Maria Isabel Gonzalez del Campo,
Magisterio Español, Madrid, 1977, pp.79-80.[N.del T.]
27
presentes no aporten una prueba mejor, habremos vencido. Por ejemplo: alguien que
para demostrar la existencia de Dios aduce como prueba el argumento ontológico que,
como bien se sabe, es muy fácil de refutar. De esta manera pierden los malos abogados
con buena causa: pretenden defenderla con una ley inadecuada, mientras que la
adecuada no se les ocurre.
ESTRATAGEMA FINAL
Cuando se advierte que el adversario es superior y se tienen las de perder, se
procede ofensiva, grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusión
(puesto que ahí se ha perdido la partida) a la persona del adversario, a la que se ataca de
cualquier manera. Puede denominarse a este procedimiento argumentum ad personam,
distinguiéndolo así del argumentum ad hominem, que consiste en alejarse del objeto de la
discusión atacando alguna cosa secundaria que ha dicho o admitido el adversario. Ad
personam, en cambio, se procede abandonando por completo el objeto en discusión y
atacando a la persona del adversario; así, uno se torna insolente y burlón, ofensivo y
grosero. Se trata de pasar de la apelación de la fuerza del espíritu a la tuerza del cuerpo,
o a la bestialidad. Esta regla es muy popular; como todo el mundo está capacitado para
ponerla en práctica, se utiliza muy a menudo. Querrá ahora saberse cual será la
contrarregla valedera para la otra parte, pues si también sigue por el mismo camino, la
cusa acabará en pelea, o duelo, o en un proceso por injurias.
Se equivocaría irremediablemente quien pensara que bastará sólo con que, a su
vez no se proceda personalmente contra el contrario. Es un hecho comprobado que, si
con toda tranquilidad, se le demuestra que no tiene razón y que juzga y piensa
falsamente -algo que acontece en toda victoria dialéctica- se le irritará más que con una
expresión grosera y ofensiva, ¿Por qué? Porque como dice Hobbes (de Cive, c, i), Omnis
animi voluptas, omnisque alacritas in eo sita est, quod quis babeat, quibuscum conferens
se, possit magnifice sentire de seipso [Toda alegría del ánimo y todo contento residen en
que haya alguien con quien, al compararse, uno pueda tener un alto sentimiento de sí
mismo]. Y es que nada importa más a los hombres que la satisfacción de su vanidad,
siendo la herida más dolorosa aquélla que la afecta. (De esto provienen dichos como
"antes la honra que la vida", etc.).
Tal satisfacción de la vanidad surge, por lo general, de la comparación de uno
mismo con los demás bajo cualquier aspecto, pero principalmente en lo que concierne a
la inteligencia. Esto se comprueba effective [de hecho] y con gran intensidad en la
discusión. De ahí la rabia del vencido aunque no tenga razón, y de ahí el que recurra
extrema ratio [como último medio], a esta estratagema final. A eso no se puede responder
simplemente con gentileza por nuestra parte. Mucha sangre fría, sin embargo, puede
servir de gran ayuda si en cuanto se advierte que el oponente nos ataca ad personam, le
respondemos tranquilamente que eso no tiene que ver con el asunto y proseguimos a
continuación con las demostraciones para probar su error, sin hacer caso alguno de la
ofensa, -más o menos como Temístocles a Euribíades: [¡pégame pero escúchame!,
Plutarco, Temístocles 11, 20]. Pero esto no se le da bien a cualquiera.
28
La única contrarregla segura es, por tanto, aquélla que ya Aristóteles indica en el
último capítulo de los Tópicos l. VIII. (164h-8,16)]: no discutir con el primero que salga al
paso, sino sólo con aquéllos a quienes conocemos y de los cuales sabemos que poseen
la inteligencia suficiente corvo para no comportarse absurdamente, y que se
avergonzarían si así lo hiciesen; que discuten con razones y no con demostraciones de
fuerza, y que atienden a razones y son consecuentes con ellas; y en definitiva, con
quienes sean capaces de valorar la verdad, de escuchar con agrado los buenos
argumentos incluso de labios del adversario y que posean la suficiente ecuanimidad
como para admitir que no tienen razón cuando la otra parte la tiene. De esto se deduce
que de entre cien apenas si hay uno con el que merezca la pena discutir. A los demás se
les deja que digan lo que quieran, pues desipere est juris gentium [todo el mundo tiene
derecho a desbarrar], piénsese además, en lo que dice Voltaire: La paix vaut encore
mieux que la vérité [se valora más la paz que la verdad]; y un dicho árabe: "Los frutos de
la paz penden del árbol del silencio". A menudo la discusión -ya que se trata de una
"colisión de cabezas"- es de mucha utilidad para ambas partes, pues sirve para la
rectificación de las propias ideas y, además, para proporcionar nuevos puntos de vista, si
bien, ambos contrincantes deben estar igualados en cuanto a cultura e inteligencia. si a
uno de ellos le falta la primera, no entenderá todo, no estará au niveau [a la misma
altura). Si le falta la segunda, el rencor que sentirá por ello le instigará a actuar
deslealmente, con astucia o grosería.
Entre la discusión en colloquio privato sive familiari [coloquio privado o familiar] y la
disputatio solemnis publica, pro gradu, etc. [discusión solemne y pública, de categoría] no
hay una diferencia esencial. sólo que en esta última se requiere que el respondens
siempre deba obtener la razón contra el opponens y, por eso, que, en caso necesario, el
praeses le socorra; -y también que en esta última se argumenta más formalmente, se
complace en vestir sus argumentos con rigurosidad silogística.
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